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Superación del individualismo Vida fraterna tiene como resultado una creciente exaltación del indivi~ dualismo. Todo esto ha tenido también sus consecuencias en nuestras fraternidades. Mientras en diversas provincias existen ejemplos que justifican la esperanza, con mayor frecuencia podemos constatar en la Orden una especie de minimalismo en lo que se refiere a la oración comunitaria y al tiempo transcurrido en torno a una mesa común. 1 Cuando luego los hermanos toman parte en la recreación comunitaria, la misma está dominada por la televisión. La consecuencia es la erosión de los vínculos fraternos entre ¡ nosotros, la tendencia a privilegiar formas de comunidad fuera del ámbito de la fraternidad, y nuevamente, un cre- ciente individualismo. 20. Como se puede deducir del Cap. VI de las Cons– tituciones y del Consejo Plenario I de Quito y IV de Ro– ma, la Orden ha dado grandes pasos para asegurar la dig– nidad de toda persona humana. Redescubriendo el caris– ma de san Francisco ha fortalecido su visión de una fra– ternidad de iguales, basada en una misma vocación (Const. 83,3). No podremos ofrecer al mundo un verda– dero testimonio de fraternidad y solidaridad si no enfren– tamos nuestro individualismo. 21. El criterio fundamental de la fraternidad no cons- como criterio tituye sólo el núcleo de nuestros documentos sino que es fundamental el centro de nuestra fe, como nos lo enseña Jesús en su oración al Padre: Ruego por todos aquellos que por su pa– labra creerán en Mí. Que todos sean uno, como tú, Pa– dre, estás en mí y yo en ti. Sean también uno en noso– tros: así el mundo creerá que Tú me has enviado (Jn 17, 20,21). Además, continuamente las enseñanzas de la Iglesia nos invitan a construir la «civilización del amor». El Do– cumento conciliar sobre «La Iglesia en el mundo contem– poráneo» afirma: «Dios... ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espí– ritu de hermanos» (núm. 24). «Primogénito entre muchos 20

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