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No obstante esto, el egoísmo personal y comunitario podría hacer vanos todos los esfuerzos por crear comuni– dad. Con frecuencia afloran el etnocentrismo, el naciona– lismo y el fanatismo religioso. La violencia, el terrorismo y la carrera armamentista crecen aceleradamente. La ri– queza del Norte aumenta, mientras aumentan también las deudas del Sur. Muchos de los fracasos de la solidaridad deben atribuirse a un falso concepto de autorrealización y al individualismo. Como el individualismo está minando la unidad de la familia, así también en nuestra Orden y en nuestras fra– ternidades amenaza con socavar nuestro valor fundamen– tal de la fraternidad. A pesar de que afirmamos que la vi- · da evangélica constituye nuestro principal apostolado, vi– viéndola en fraternidad, en realidad son las actividades apostólicas individuales las que condicionan la vida fra– terna. A causa de estas formas de individualismo, nues– tras relaciones fraternas son posiblemente más débiles que nunca. Aunque siempre existirá una tensión entre los objeti– vos de una comunidad y el desarmllo de la personalidad y de los carismas de cada persona, la presente situación del mundo, de la Iglesia y de la Orden reclaman una in– mediata respuesta• al individualismo. B) Del individualismo al testimonio profético de la fraternidad 19. Las causas del individualismo no pueden aislar- Causas del se, hasta el punto de señalar esta o aquella causa, esta individualismo o aquella persona. Nuestro individualismo refleja el de la sociedad, tanto del Este como del Oeste, del Norte como del Sur. A pesar de los slogans sobre la libertad y la igual- dad y el compromiso por la solidaridad, existen fuerzas que desarrollan sutiles formas de colectivización a través de la instrumentalización política (control del partido so- bre los medios de comunicación) y de la instrumentaliza- ción económica (predominio de los poderosos de la eco- nomía por medio de la propaganda comercial); todo esto 19

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