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San Francisco descubrió el plan de Dios en la con– templación y se propuso compartir plenamente el amor de Cristo por el hombre, anunciando la Buena Noticia de la esperanza y de la paz a través de la conversión. Toda su actividad está marcada por la más alta contemplación. - San Francisco vive la mística de la alabanza de Dios en un contexto de inmersión en lo creado. Para él, la creación entera canta la gloria de Dios. Ahí es donde se alimenta su mensaje de una fraternidad universal entre los hombres y con todo lo creado. - San Francisco encuentra a Dios en la contempla– ción a través de una vía unitiva y afectiva, retomada des– pués por la tradición capúchina, para la cual orar es ha– blar a Dios con el corazón (Const. 53, 6). Se trata de un camino accesible a todos. La primera producción literaria de los Capuchinos incluye casi exclusivamente tratados de oración contemplativa, como continuación de su pre– dicación evangélica popular. 8. Nuestra contemplación franciscano-capuchina será profética y corresponderá a las exigencias de los hom– bres de hoy a condición de que: - Continúe la sana tradición capuchina, enriqueci– da creativamente con las nuevas formas que están sur– giendo en diversos lugares. - Sea cultivada personal y comunitariamente, y es– té abierta al diálogo con los hermanos y a las aportacio– nes de los demás hombres, porque estas relaciones inter– personales enriquecen la propia experiencia. - Esté fundamentada en la conciencia de nuestra pobreza radical en cuanto creaturas humanas. Esta con– ciencia constituye el primer paso para nuestra ascensión a Dios: reconociendo nuestra miseria y necesidad, recu– rramos al Maestro divino (cfr. Buenaventura, ltinerarium mentís in Deum); (Brev. p. 4, c. 4). - Sea humilde y simple, practicable por todos, y ca– paz de transformar los gozos y sufrimientos de la vida co– tidiana en una íntima unión con Dios. 13 Condiciones para la contemplación profética
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