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Este noble desprendimiento de ellas, nos reanimaba a continuar con más ahínco. Con estos acontecimientos, concluía la visita de 1981, nuestro querido amigo. AJ\1O DE 1982. En este año no tuvimos la alegría de recibir al Capuchino, su precaria salud le impidió visitarnos; no obstante, el noble ejemplo que él nos mos– traba, nos permitió continuar las actividades para el desarrollo de los progra– mas que ya teníamos establecidos; así continuó el paso del tiempo, hasta que recibimos el siguiente año. AJ\1O DE 1983. NUEVAS ESPERANZAS En los primeros meses del año, se unen al grupo cuatro jóvenes compa– ñeras quienes esperan ser admitidas como Agregadas y empiezan a trabajar con ahínco en nuestra principal fuente de trabajo que es la Casa del Buen Samaritano y por fin llega el verano de 1983, trayendo consigo a nuestro respetado guía, el Capuchino, quien a pesar de su escasa salud, continúa trabajando con denuedo en sus sesiones de orientación vocacional que dia– riamente llevaba a cabo, igualmente fomentando el espíritu misionero en el grupo de Agregadas, haciéndonos participar de retiros espirituales. En este fructuoso año, se suma a las conquistadoras de la Madre Patria, otra valiente novicia, la señorita Alicia Pardo Medina, quien en este año viaja a Santander, España, a continuar su preparación religiosa; con la parti– da de esta querida compañera, son tres mexicanas que con valentía dejan Patria, familia y amistades, por lo más grande y sagrado: glorificar a Nuestro Señor. En la última semana de la visita del Capuchino en 1983, hacen su prome– sa otras cuatro señoritas con lo que queda formado parte del grupo de Agregadas a las Misioneras Capuchinas, ellas son: 1.-Srta. Patricia Pérez Velázquez. 2.-C.P.A. Rosa María Torres Llamas. 3.-C.P.A. Ana Rosa Rodríguez Ramos. AJ\1O DE 1984: Este año fue uno de los grandes; recibimos noticias de que los primeros meses del año, profesaron en Santander, España, Conchita y Darita. Aquí en nuestro País, ingresaron como postulantes al noviciado las señoritas Victoria y María del Rosario Hernández (hermanas) originarias de Ocotlán, Jalisco. Y nuevamente en el verano de 1984, recibimos la visita del Capuchino, a quien vimos con tristeza reflejada en su rostro, los estragos de las enferme– dades y no obstante, su ánimo no decae y efectúa las sesiones acostumbradas y continúa la lucha vocacional en la ciudad de Guadalajara y fuera de ésta 62

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