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CAPITULO IX LA CASA MADRE DE SANTANDER De propio intento hemos retrasado para estos últimos capítulos de nuestra historia el establecimiento de las Capuchinas Misioneras del Trabajo en este lugar, único edificio que en realidad es propiedad de la Congregación, aunque antes tuvieron asímismo la propiedad de una casa de verano en Tama (Potes), donación de D. Luis Cuevas, dos pisos en la calle Canalejas y una vivienda en la calle San Martín, núm. 5. Ambas propiedades estuvieron alquiladas al Colegio de PP. Capuchinos y ambas han sido vendidas al final. Dado el crecido número de religiosas a que llegamos en los primeros años y porque era conveniente asegurar una morada amplia para la Curia General, se trató de buscar algo ya edificado que reuniese tales condiciones. Y aquí fue donde se manifestó otra vez palpable la Divina Providencia. Ya indicamos más arriba que, buscando un chalet amplio y deshabitado por el Paseo de Menéndez y Pelayo, un matrimonio amigo nos indicó el primero que adquirimos en alquiler de la calle Canalejas, 79. En aquella misma ocasión habíamos visto e inspeccionado otro, no muy amplio, pero suficiente a nuestro parecer, con una gran huerta de árboles frutales a su alrededor, que justamente se hallaba junto al actual y por completo desocu– pado . Nos pedían entonces una cantidad que nos resultaba imposible pagar. Pasaron varios años y se estableció mientras tanto en él un colegio privado en alquiler que se denominaba el "Bilingüe". Cuando posteriormente quisimos comprarlo, la que lo tenía en alquiler y según la ley, tamb1en tenia preterencia para comprar el inmueble y así lo hizo, para poder continuar su labor docente. Pero ella misma nos señaló el de enfrente de mejores condiciones y más a propósito para nuestros fines. En un primer momento nos sobrecogió la enorme cantidad de dinero que pedían los dueños; pero luego la Caja de Ahorros de Santander nos facilitó la forma de pago y la pudimos adquirir. Allí se trasladaron enseguida las religiosas el 14 de Diciembre de 1959. Hasta los muebles de los antiguos dueños volvieron con el tiempo a la casona comprada. A los pocos días se tuvo la inauguración oficial. Se ofreció una modesta comida a la Junta de la Orden Tercera Seglar Franciscana. Asistie– ron también el Superior de los PP. Capuchinos, P. Santiago de S. Martín, P. Justo de Valdemora (q.e.p.d.) y varios Hermanos de San Juan de Dios: Se adecentó para capilla lo que tuera antes comedor, a la derecha, según se entra; en el segundo piso se acomodaron los dormitorios para las religiosas y novicias . El tercero seguiría ocupado durante algunos meses más por uno de los hijos del vendedor. Pero luego, al dejarlo vacío, se pensó en acondicionarlo para una Escuela Profesional. Esto llevaría su tiempo y dinero y, en los meses de verano, se recogieron veraneantes que dejaron 37

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