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Yo tuve que visitarlas a los dos años y tratar de componer aquel desorden como pude. Cesó Sor Pilar como Superiora local y se nombró en su lugar a Sor María Pascual. La primera quedaba como Vicaria de la Superiora Gene– ral para los asuntos de América. Pero dado el ambiente que se respiraba, pronto comenzaron las defecciones y hubo de regresar el resto a la madre Patria (20-X-1969). C¿mo ya se dijo, no obstante esto, gracias a los fuertes ingresos que la estancia de las ocho suponía en Cara-cas, pudimos casi amortizar por completo la hipoteca de la Casa Madre con la Caja de Ahorros. Si las cosas de esta fundación hubieran salido mejor, hubiéramos podi– do conseguir el logro de una de las grandes ilusiones que siempre hemos acariciado: la de fundar una residencia en las misiones vivas, para hacer honor a nuestro nombre de Capuchinas Misioneras y para bien de la Iglesia y gloria de Cristo. En mi segundo viaje a Caracas, solicité del P. Higinio de Trascastro, Viceprovincial de nuestra Custodia en Venezuela, permiso y ayuda para visitar alguna de nuestras misiones entre los infieles . ..\1e concedió el permiso e, incluso, me costeó el avión para que conociera la de Machiques. Allí tuve la suerte de reencontrarme con el M. Rvdo. P. Saturnino de Villaverde, que había sido mi Director cuando yo cursaba estudios de filosofía en Montehano (Santander), y ahora era Obispo Vicario Apostólico de Machi– ques (Venezuela). Después de llegarme al centro misional de Los Angeles del Tucucu, hice noche en Machiques, charlé largo y tendido con el Sr. Obispo misionero 1 rememorando hechos de estudiante de Filosofía en España, y entre otras cosas, hablamos de la posibilidad de una Fundación de las Capuchinas Misio– neras del Trabajo por aquellas tierras de gentes infieles . El, con la intención de que le ayudasen en su labor evangelizadora con los indios y yo, abun– dando principalmente en esa idea, pero pensando también en atenderle a él en su palacio episcopal, bello por su construcción de tipo colonial, pero vacío y deficientemente cuidado por dentro. Proyectamos juntos lo que podía importar aquella Fundación y más tarde, una visita de las mismas Hermanas que trabajaban en Caracas, le deci– dió a disponer de unos locales cercanos a la residencia del Vicariato, para la que había de ser la Primera Casa Misional de nuestra Congregación entre infieles . Los acontecimientos relatados más arriba, acaecidos en Caracas, nos hicieron desistir de este primer intento misional. 30
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