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echar a la calle a ocho o nueve sacerdotes de repente, ya que es imposi– ble pensar en otra solución. Por otra parte, las dos hermanas que han de quedar hasta entonces no creo que tengan inconveniente, pues están muy contentas, así como los sacerdotes con ellas. Los sacerdotes residentes van a recibir muy mal esta solución cuando se les comunique, ya que no la esperan de ninguna manera; pero no les quedará más remedio que aceptarla. Yo seré el más perjudicado y sin embargo la acepto con resignación. Espero, pues, y les ruego que no pongan ningún inconveniente a esta propuesta del Sr. Obispo, pues es completamente razonable y deja a las hermanas en libertad para poder ir a Santander todo el verano a trabajar en la Casa de la Congregación. Si fuera preciso (que no lo creo) ponerles una ayudante, ya se les pondría. Espero su pronta y favorable contestación, es decir, la espera el Sr. Obispo y creo que todo se podrá arreglar a gusto de ambas partes, una vez admii.ida la triste necesidad de prescindir de las hermanas. De Vd. Affmo. s.s. en Jesucristo, Agustín de la Fuente Aunque la decisión de abandonar la Casa Sacerdotal de Jaén se tomó en el mes de Abril del 69, efectivamente no se hizo hasta Junio del mismo año atendiendo el deseo razonable del Sr. Obispo. Del 60 al 68 también se hicieron cargo de algunos trabajos en el Colegio de La Salle del mismo Santander. 25

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