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Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola cosa, y se vitalizan recíprocamente. El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno. Por tanto, quien ora que ayune; quien ayuna que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le suplica... Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo... El ayuno no germina si la misericordia no lo riega, el ayuno se torna infructuoso si la misericordia no lo fecundiza; lo que es la lluvia para la tierra, eso mismo es lamisericordiaparael ayuno. Pormás que perfeccione su corazón, purifique su carne, desarraigue los vicios y siembre las virtudes, como no produzca caudales de misericordia, el que ayuna no cosechará mucho fruto. 4 En tiempo de Cuaresma la liturgia abunda en consideraciones de este talante. Y el cristiano responsable se palpa corazón y cartera. Ponerse en plan solidario cristiano es sentarse en casa y reflexionar en voz alta con el propio cónyuge sobre ·el baremo de nuestra generosidad con los pobres. Esa moneda 4. SAN PEDRO CRISOLOGO, sermón 43. Véase en el Oficio de lectura del martes de la III semana de Cuaresma. 58

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