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Señor en la ciudad santa, pero luego penetra en el misterio de la Pasión dolorosa. Porque en este día se leen dos evangelios: el evangelio de la entrada, para iniciar la procesión, y el relato completo de la pasión (según san Mateo, san Marcos, o san Lucas, de acuerdo a los tres ciclos) en lacelebración eucarística. Nos vamos a detener en la parte primera. Podemos evocar cómo se celebra hoy el Domingo de Ramos en Jerusalén. Es ésta, la procesión de Ramos, el acto más popular de los oficios de la Semana Santa. Se celebra el domingo por la tarde. A las 2.30 se congrega en Betfagé la amplia comunidad cristiano-católica, venida de múltiples lugares de Tierra Santa: cristianos nativos en su mayoría de facciones árabes; clérigos del patriarcado; religiosas y religiosos extranjeros que gastan su vida al servicio de la Tierra de Jesús, variopintos peregrinos que devotamente toman la palma. En la huerta de los Franciscanos hay gran cantidad de ellas preparadas para el homenaje a Jesús. Mirando de Jerusalén en dirección al monte de los Olivos, Betfagé está en la trasera del monte. Sale. pues, el cortejo; desciende levemente y luego va remontando el espaldar de los Olivos. Desde la humilde cima se otea el panorama de la ciudad, apretada y aparentemente tranquila. Por aquellos parajes anduvo el Señor; su rostro se bronceó con aquel sol, por allí lloró -Dominus flevít- viendo trágicamente que su pueblo, su entrañable pueblo, no comprendía aquella hora de salvación. Desciende la larga doble fila para rozar el Huerto de los Olivos, para cruzar el torrente Cedrón, seco, para ascender ligeramente hasta entrar en Jerusalén, cruzando la muralla. La amplia explanada de la iglesia de Santa Ana, custodiada por los Padres Blancos, recibe a toda la comitiva. El homenaje al Señor con ramos de olivos, con cánticos en los labios, con muchos pensamientos y amores en los corazones ha durado un rato largo de la tarde. No fue ésta precisamente la hora del acontecimiento, mas la vivencia cristiana sentida y consciente sí que evoca aquel recibimiento que se le hizo a Jesús en Jerusalén. 25
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