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reencuentro paranosotros cristianos acostumbrados que quizás constatemos que nuestro bautismo ha palidecido. *** El significado bautismal está más explícito en el episodio del ciego de nacimiento, que se lava en la piscina de Siloé, un relato perfilado con dramática secuencia. Los lectores de laBibliade Jerusalén -lamás usada en las aulas teológicas y en muchos grupos cristianos- pueden fijarse en una pequeña nota correspondiente a Juan 9, que empieza diciendo: «El milagro del ciego de nacimiento es probablemente para el evangelista un símbolo del bautismo, nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu». El escudriñador de las Sagradas Escrituras puede hacer un arqueo entre la conversación de Jesús con Nicodemo (capítulo 3 del mismo evangelio de san Juan) con este episodio del ciego que se lava en la piscina de Siloé. Lo que sí es cierto es que la liturgia nos invita a hacer esa reflexión, arecibirnuestra catequesis bautismal contemplando al ciego que ve después de haberse lavado en la piscina. El prefacio del este cuarto domingo nos orienta en este dirección. Alabamos al Padre mirando la obra cumplida en Cristo: Que se hizo hombre para conducir al género humano, peregrino en tinieblas, al esplendor de la fe; y a los que nacieron esclavos del pecado, los hizo renacer por el bautismo, transformándolos en hijos adoptivos. Penetremos en la escena. El ciego es un desvalido total; era ciego, ciego de raíz, desde el nacimiento, y «era mendigo» (v. 8). La miseria es su presente y su futuro. ¿Quién iba a pensar que un día el nacido ciego iba a tener unos ojos bañados en la luz, unos ojos vivos, capaces de vivir con el mundo? Ilusión que por fuerza se había de descartar. Jamás se oyó decir que alguien le abriera los ojos a un ciego de nacimiento (v. 32). Ni es él, en este caso, el que pide la curación ni sus padres ni sus amigos. La iniciativa arranca de Jesús, que vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento (v. l ). Jesús entra en acción 22
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