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El cristiano que levanta sus ojos a Cristo halla, por de pronto, el hontanar de la fuerza. De allí le viene luz y vigor. Y simultáneamente comprende que Cristo es la cifraque explica el misterio de nuestra vida. Es que somos misterio. Sí, pero misterio pascual: fragilidad y anhelo, peso de pecado y vuelo de gloria, miseria y hermosura... La contradicción nos acompaña, pero la respuesta estámás allá de nosotros mismos. Jesús nos la muestra. Vivir es vivir en tensión de Pascua, en la tentación y en la paz del monte, en el gozo de la luz. Lo que acontece en Jesús nos está diciendo lo que acontece en nosotros y lo que somos nosotros. Jesús da el agua viva, da la luz al ciego, resucita a Lázaro El triple título corresponde a los tres domingos consecutivos, III, IV y V de Cuaresma. Lecturas evangélicas destinadas al ciclo A, de las cuales se advierte en el Leccionario dominical: Estos evangelios, por serde tan gran importancia en relación con la iniciación cristiana, pueden leerse también en los años By C, sobre todo cuando hay catecúmenos. Los tres evangelios aludidos proceden de san Juan, de la tradición juanea, profundamente mística, simbólica y sacramental. El primero está en el capítulo cuarto, el segundo en el noveno, el tercero en el undécimo. Jesús está en el centro y es la clave de lectura para recibir el mensaje. Una mujer de Samaría, que en la vida ha caminado a la deriva, se acerca a Jesús con labios abrasados de sed. Y empieza, como un sacro rito que hoy celebramos, la amable liturgia del encuentro. Es Jesús, el Señor, quien se pone a los pies para pedir porque él también, y sobre todo él, es el que tiene sed. «Dame de beber», dice, pide. Y lamujer, haciéndose valentona, contesta con un cierto mohín: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». La criatura se pavonea estúpida, inconsciente, pero el Señor 20
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