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cómo en tomo a él se desató cierta oleada apoteósica. Había surgido un carismático insólito, de altas exigencias, pero de una fascinación más poderosa. El pueblo, por misterioso instinto, se vio arrastrado. Además su paso por Galilea había estado colmado de favores, porque éste era el que curaba a los enfermos y, sobre todo, el que anunciaba la buena noticia a los pobres. El anuncio liberador resultó ser un pedrusco escandaloso para lateologíade los bien pensados, que erala teologíaoficialmente ortodoxa. Y poco a poco esta misericordia acogedora se hizo insoportable, porque aceptarla era volver a nacer. El enfrentamiento llegó a discusiones virulentas, que en el terreno dialéctico eran puntos de vista irreconciliables. Es fácil que el ardor popular hubiera amainado; lo que sí es seguro es que la opinión había crecido como un muro divisorio. La causa del Reino entra en crisis, y acaso Jesús mismo padece solidariamente esa crisis, que es la criba de la existencia. El pudo preguntarse: ¿Adónde conduce todo esto...? Subió, pues, a la montaña. No subió para abandonarse a una · escena edificante que diera sangre nueva a los discípulos. Subió para hundirse en Dios y recobrar nueva fuerza. Y en esto... se transfiguró, mejor, fue transfigurado por el Padre. Se desbordó sobre su piel -misteriosa epifanía- lo que llevaba dentro del corazón: la luz. Apareció la luz y el misterio recóndito que albergaba. Jesús era el transido por el Espíritu y el amado del Padre. Apareció la historia de salvación que llevaba palpitante en su pecho: Moisés y Elías, o Elías y Moisés como prefiere escribir san Marcos, sin duda por alguna intención precisa. San Lucas nos ayuda cuando nos dice que conversaban sobre el éxodo que iba a cumplirse en Jerusalén, es decir, sobre su salida de este mundo y tránsito al Padre por la vía de la Cruz y de la Resurrección. Ese Jesús acosado por el demonio y ese Jesús transido de amor y gloria en el monte santo son el mismo, el único. ¿A quién deberemos contemplar? A los dos, porque la Pascua es esto. Es la fusión dinámica e inquietante entre la Cruz y la Gloria, el dolor y la paz. 19
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