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274 ANSELMO DE LEGARDA están ciertamente fulminadas. Díganlo tantas tragedias y pinturas obscenas con que, desterrando las efigies de los santos, se adornan los estrados y demás piezas de vuestra principal habitadón; los retratos indecentes, las ridículas y provocativas figuras que se ven en los relojes, en las cajas de tabaco, en las maneras, collares y abanicos de las señoras, y aun en los cintillos o anillos que con ruina espiritual de muchos y con mal ejemplo de todos, se han hecho tan comunes y usuales en vosotros. Y dígalo, por último, la notoria desatención, si no es que le llame formal desprecio que en esto hacéis de los decretos del Santo Tribunal que, con tanta repetición como madurez, tiene prohibido el uso de estas cosas a cada clase y condición de personas... ¿ Qué importa la libertad de conciencia que para todo esto os tomáis, si, a pesar de vuestro libre y nada cristiano modo de pensar, en los que así os manejáis, siempre han de prevalecer como infalibles las sentencias de Jesucristo?» l9s. A este año de 1786 pertenecen la misión de Carmona, la de Córdoba '\por segunda vez y la de Ecija por tercera. Por octubre tiene que dar el apóstol una misión inesperada en Cuenca, desde donde el día 24 escribe a su director espiritual: « Aquí empiezo a reconocer cuánta necesidad hay de que Dios se desentienda de quien soy para obrar según su miseri– cordia. y que me dé su espíritu y libertad apostólica para hablar a los mismos superiores lo que es debido y conveniente. El miedo de no hacerlo así y de no acertar a conocer cuál es la prudencia evangélica en estos casos, me tiene el interior en una prensa de mil justísimos temores, porque me parece callo demasiado por no exasperar » 196_ De Cuenca salió el 3 de noviembre para llegar el 11 a Zaragoza. El desarrollo de la misión zaragozana quedó ya expuesto en un precedente artículo l97. Prometí entonces tratar de propósito sobre la polvareda levantada al delatar el predicador varias proposiciones ante el Tribunal de la Inquisición. En fecha próxima espero cumplir la promesa. Se verá claro que el ruidoso. enfrentamiento del Beato Diego José de Cádiz con las proposiciones de Normante, en Zaragoza en diciembre de 1786, fue un episodio del todo acorde con su actuadón en los años anteriores que acabamos de esbozar. En ellos ha ido señalando los puntos negros del siglo ilustrado: racionalismo y humanismo puro, indiferentismo, crítica universal, menosprecio de los dogmas, de la revelación y del orden sobre– natural, ataque a la Iglesia de Roma, libertad de conciencia, culto de la razón y de la filosofía. Todo ello, fruto de la profunda crisis espiritual. A vencer aquel marasmo de su generación quiso contribuir con su palabra de fuego y sus escritos el nuevo apóstol de Andalucía y aun de España entera. 19s CO I, 164-166. 196 CA, 156. 197 Anselmo de Legarda, El Beato Diego José de Cádiz en Zaragoza, según el ma– nuscrito de F. Casamayor, en Col/. Franc. 47 (1977) 65-95.

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