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EL B. DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ Y EL SIGLO ILUSTRADO 273 se le ofrece buena coyuntura para referirse a « unos tiempos en que este nombre es tan odioso y sus secuaces tan envilecidos » 185 • Pregunta por los nuevos filósofos o sabios pretendidos de este siglo y su empeño en desfigurar la virtud. ¿ No es notorio « que el nombre de religioso les es tan importuno que lo escuchan con fastidio, lo miran con horror y lo nombran con desprecio?». En su estimación o modo de pensar, los religiosos no son otra cosa que « un agregado de vagamundos, hombres ociosos, estafadores de los pueblos, perjudiciales al común, inútiles al Estado e indignos de toda sociedad» 136 • Las religiones merecieron apre– cio, a lo más, en vida de sus fundadores, mientras existió el motivo ·para el que fueron fundadas. « Cesando después éste, ya son del todo inútiles, y su crecidísimo número las hace estimables para aquellos solamente que, por su obscuro nacimiento, se juzgan muy honrados con tener un hijo religioso... En ellas, prosiguen, no se ven ya santos o aquellos hombres . grandes que con sus prodigios y virtudes acrediten la santidad del estado » 187 .s Casi al final escuchamos todavía un « ¡ ay de los incrédulos, libertinos y filósofos del siglo! » 188, El 29 de abril del mismo año de 1786 predica en Ecija el sermón del mártir San Pedro de Verona, modelo de inquisidores 189 • Extenso sermón, como el precedente. Ahora va explicando qué es el Tribunal de la Inqui– sición, su escudo, su utilidad y necesidad, sus facultades, su rectitud en el examen de las causas, delitos y castigos 190. « Callaré la ejemplarísima piedad de nuestro siempre augusto soberano el señor dor. Carlos III, que Dios prospere muchos años, cuya religiosísima fe para :::on el Santo Tribunal es a todos nosotros manifiesta y será siempre de confusión a los impíos libertinos que, temerosos de la censura que a su impiedad les amenaza, miran con horror y quisieran se aboliese Tribunal tan respetable» 191 • Expone los fines de la Inquisición y su celo 192 • « Yo, yo he visto más de una vez a los inquisidores llorar amargamente en sus tribunales sobre los reos, condolidos de la grave sentencia» 193. El libro que el Tribunal de la Fe recoge, no debemos ya leerlo 194 • « Pero ¿ sucede así? Dígalo el sinnúmero de libros extranjeros que traen muchos entre manos sin quererlos entregar a los Inquisidores, por más que conocen la perversa doctrina que contienen. Dígalo el empeño de retener en su poder los que ya el Santo Tribunal ha recogido y manda entregar por perniciosos. Dígalo la osadía de tenerlos en los estantes, escritorios o sitios públicos de sus casas con escándalo común y sin hacer caso de las eclesiásticas censuras o excomuniones que, contra los que así proceden, 185 co III, 134. 1s6 Cf. co III, 135. 187 Cf. co III, 136. 188 co III, 271. 189 co I, 45-176. 1,0 Cf. co I, 52-108. 191 co I, 110. 1n Cf. co I, 112 y 148. 193 co I, 158. 194 Cf. co I, 158s.
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