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EL B. DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ Y EL SIGLO ILUSTRADO 263 El P. Sebastián de Ubrique, en el lugar citado, afirma c¿ue el Beato escribió un memorial al rey, acompañado del sermón. No sé en qué se basa. Mal pudo enviar el sermón cuando no lo había escrito, según asegural'.á luego el predicador. Una carta, acompañada de documentos, dirigió al confesor del rey, como vamos a ver. Desde Aranjuez, el 17 de mayo, el confesor del rey, fray Joaquín de Eleta, arzobispo de Tebas, escribe a Campomanes, gobernador del Consejo: « La carta y documentos adjuntos, que he recibido esta mañana, se la he leído al Rey y, a decir con toda pureza la verdad, Su Majestad por sí mismo ha leído la carta y los documentos que la acompañan. Me manda Su Majestad remitirlo todo a V. I. para que practique las debidas dili– gencias, a fin de que en este asunto quede pura la verdad del hecho o dicho, sin los adornos de cavilaciones, sospechas o prevenciones con que la malicia suele vestir sus ideas para asegurar sus tiros ». Al día siguiente, 18 de mayo, responde el mismo P. Confesor al P. Cádiz: « Por la copia adjunta conocerá V. Rma. la diligencia que yo practiqué la misma mañana que recibí su carta. La verdad del asunto, por más que trabaje la malicia, no podrá desfigurarla, pues, habiendo sido el sermón en público, habrá muchos que declaren la verjad. Cuando me venga la respuesta de todo, practicaré todo cuanto debo hacer para sostener la justicia de V. Rma. Amigo mío, ésta y otras persecuciones son inherentes en quien quiere vivir según Dios y obrar sólo para servirle y agradarle; pero, después de dejar padecer un poco para el mérito, siempre saca Dios con victoria a quien las padece». Desde Ronda, el 25 de mayo, suplica el misionero al P. Eusebio: « Si ésta hallare a vuestra caridad en Sevilla cuando llegue, le estimaré me envíe, cuanto antes pueda, los papeles que andan por aU.á entre los señores, la carta mía sobre las terceras partes y la respuesta original del Ilmo. P. Confesor, pues ya ve vuestra caridad me son precisas» 140 • El 8 de junio comunica a su nuevo director espiritual su estado de ánimo: « He leído, padre mío, los gustosos anuncios de mis futuras tribulaciones que usted me asegura, y no sabré decirle hast2 dónde han llegado sus efectos... Mi agradecimiento a los que me ocasior::an ese gran bien, es en un modo que me hallo persuadido o movido cuando lo reflexiono, a creerme en una especial obligación grave de pedir a Dios por ellos, mirarlos como bienhechores y (no sé explicarme de otro modo) como si su salvación consistiese en este mi agradecimiento y en la oración que, por fuerza de éste, debo hacer a favor de los tales... Remito la carta que he tenido del P. Confesor y por ella conjetur2rá usted lo que hay por allá. Yo no sabía lo que usted me dice, y ya no lo dudo» 141. El mismo día 8 de junio, desde el mismo lugar, escribe el. predicador al P. Eusebio « incluyéndole todas las copias de lo ocurrid0 hasta hoy, por lo que verá lo mucho que debemos al Ilmo. P. Confesor y la obligación en que me pone de encomendarlo a Dios. Ya le respondí dándole las 140 CES, 20. 141 CA, 15-18.
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