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EL B. DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ Y EL SIGLO ILUSTRAD) 255 en ésta. Primera, que no usase de la expresión "amadísimos hijos de mi alma, reliquias apreciables de mi corazón", cuando hablase con el pueblo, porque no se halla en las Santas Escrituras. Segunda, que no refiriese ejemplos terribles o casos raros de historiadores particulares, aunque fuese San Gregorio u otro Padre, porque no son bien oídos, etc. Tercera, que no exhortase a poner en sitios públicos láminas de la Santísima Trinidad, por la razón que dan los ilustrados. Cuarta, que tampoco aconsejase la devoción al escapulario de Nuestra Señora del Carmen, porque no me juzgasen partidario de una religión más que de otra; y lo propio del escapulario de la Santísima Trinidad; lo cual también me han aconsejado otros. A todo condescendí, después de dar a su Excelencia las razones que me asistían para ello» 104. En la misma carta del 4 de mayo pinta la concurrencia a la misión de Ocaña: pueblos comarcanos; grandes de España, desde Aranjuez, duquesa de Alba y otras; señores de Medinaceli; ministro de las Indias; embajador de Rusia. « Mi Señora la Princesa envió a su primera dama, la Excma. Sra. duquesa de Soto, etc., para que me encargase de pedir a Dios por el feliz éxito de su Alteza... Todo está conmovido: la Familia Real, Príncipes, Infantes, etc., todo, todo, todo; los Ministres, el P. Con– fesor, todos, padre mío, claman por oír a su hijo de usted, por verle, tratarle, etc. Yo me confundo al ver tanto; mas, en medio de ello, advierto en mí una notable tranquilidad interior que no sé si me lleva a una total indiferencia para seguir la voluntad de Dios o si es la insensibilidad que con mis ingratitudes tengo merecida... De resultas de estos deseos de mi Señora la Infanta y demás gente de Palacio, se ha empeñado el Sr. duque de Medinaceli en llevarnos a Aranjuez, donde se halla la Corte, a predicar una novena-misión a San Antonio de Padua, para lo que ha tratado con el Rey nuestro Señor, el primer Ministro, P. Confesor, Sr., Arzobispo, etc.: todos convenidos en que vaya. El Rey nuestro Señor añadió que, si sus hijos querían ir a oír al capuchino, que fuesen » 1os. Desde Aranjuez el 18 de mayo vuelve a informar a su director espiritual del desarrollo de la misión. Tema, las bienaventu::-anzas. Todo ha sido infuso, con extrema dulzura, lleno de paz, seguridad y magis– terio. Con asistencia de todos, desde los primeros ministros hasta los pobrecitos: todos conmovidos. Se conmueven las Person&.s Reales y, como no pueden presentarse en los concursos, los príncipes e infantes piden al rey que el misionero les predique algunas pláticas después de la novena. Lo hace la tarde de los días 15 y 16 « estando sus Altezas en sus respectivas tribunas, quitadas las celosías, la Grandeza en la capilla mayor y el cuerpo de la iglesia. La abundancia de las misericordias de Dios en esas tardes me deja pobre de voces para significárselas a usted» 106 • Llega a una entrevista particular con los príncipes. La princesa, es decir, 104 DP, 576s. 10 5 DP, 577-579 10s Cf. DP, 588-595.

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