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252 ANSELMO DE LEGARDA días. Parece se recogen bastantes libros malos. ¡ Dios sea bendito por todo l » 82 • El 26 de mayo de 1781 predica en la catedral de Sevilla en las exequias por el deán don Miguel Carrillo 83 • El sermón se imprime ese mismo año y se reimprime en seguida hasta seis veces. No faltan en él las alusiones a « los errores y libertades de nuestro, en pretensión, ilustrado y, en verdad, tenebroso siglo» 84 • Más adelante se encara con los libertinos y puntualiza los rasgos o manifestaciones que lo distin– guen 85. Luego emplaza para el tribunal de Dios a los ilustrados, sabios y filósofos de nuestro siglo, que allí verán reprobada y condenada su falsa sabiduría: « Incrédulos en gran parte, libertinos en el todo, desprecian el sacrificio, se burlan de los sacramentos, mofan las indulgen– cias, desprecian el sacerdocio, aborrecen l.a virtud, blasfeman de la Iglesia y sus .prelados, miran con horror las religiones y a sus profesores los gradúan de ociosos, inútiles y aun perjudiciales en el pueblo» 86 • Por junio, en Antequera, se le ponen al predicador una serie de cortapisas de acuerdo con las prevenciones del obispo de Málaga: la predicación no puede ser en las plazas y balcones. Predica en las iglesias, con crecido concurso 87 • Puntualiza: « La predicación ha sido muy fácil y abundante, y con un magisterio extraño, pero humilde. El estilo, claro, llano, muy sencillo y devoto. Los actos de contrición, tiernos, fervorosos y copiosos... De resultas de la predicación, se inclinaron los señores principales a formar una congregación para asistir a los pobres encar– celados, que, por falta de asistencia, perecían de hambre, etc.» 88. En la misma carta se vislumbra la misión de Toledo, pues dice el Beato: « El Sr. Arzobispo de Toledo me ha enviado licencias remotas de predicar y confesar a toda clase de personas en su arzobispado; y unas instrucciones de su modo de pensar muy acomodadas al nuestro; y yo le he respondido expresándole el método que observo y doctrinas que sigo en mi ministerio » 89 • El director espiritual, al mes siguiente, comenta complacido: « Ese espíritu dulce, afable, ardiente, abundante y tranquilo que se te dio en Antequera, es necesario para• insinuarte y enseñorearte de los de Toledo y sus inmediaciones. Y ¿ para qué ? Yo te lo prevendré o, lo que es más cierto, Dios te lo prevendrá por mí. Para que llegando a la Corte la noticia de tu suave, amorosa predicación, y que no eres de los misioneros que aterran, aturden y turban los auditorios, te soliciten, te pretendan, te manden ir a ella, esperando que no les hables sobre s, DP, 506. 83 CO IV, 179-248. " CO IV, 183. ss CO IV, 230s. 86 CO IV, 242s. 87 Cf. DP, 508s. 88 DP, 509. 89 DP, 511.
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