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EL CONVENTO DE CALATAYUD r. EL GENERALATO DE SAN LoRirnzo El capítulo reunido en Roma en mayo de 1602 elevó al primer puesto de la Religión al padre Lorenzo de Brindis, de 43 años de edad. El nuevo vicario general 1 había ya ocupado car,gos de res– ponsabilidad: lector y guardián, provincial de Toscana, de Vene– cia y de Suiza, comisatio en Alemania, definidor general por dos trienios consecutivos. Se juntaban en el padre Brindis la experien– c,ia en el gobierno, la saptidad de vida y una extraordinarria cul– tura. Sus vastos conocimientos en el campo de la ciencia sagrada le han merecido en nuestros días el título de Doctor de la Iglesia Universal. J unfamente con la suprema, dignidad recibió el Santo, por parte del capítulo, el encargo de esforzarse «en el tiempo de su oficio a visitar personalmente todas las provincias, y aún si fuere posi– ble todos los conventos de nuestra congregación, o por lo menos ver a todos los frailes de ella», ajustándose a nuestras constitucio– nes 2 • Con esta disposición los padres capitulares no hacían sino responder a 1 l clamor de las provincias situadas fuera de Italia, las cuaies insistentemente pedían que la visita canónica la realizara el general en persona, y no por un delegado o comisa,rio. El deber impuesto a nuestros generales de visitar en persona l. Hasta el año 1619 los superiores mayores de los capuchinos se llamaron vica– rios (genernles y provinciales) en obsequio al ministro.general de los menores conven– tuales, a quien correspondía confirmar la elección, de nuestros superiores generales. · 2. Constituciones de tos Fra.yles Mencr.es cap·uchinos de San Francisco, aproba– das y confirmadas por ei Papa. UrbanOI VIII (Madrid, 1644). ESTUDIOS FRANCISCANOS 61 (1960) 813-342.

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