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328 CELESTl~O DE AÑORBE 168 Aquí en este estudio, nosotros nos proponemos demostrar la si– guiente proposición : La maldición de un convento y la subsiguiente ruina del edificio son hechos que no se han producido en Calatayud ni en España ni en provincia alguna de la Orden. a) La maldición de un convento no se prodttjo en Caiatayud Antes de entrar en la demostración de nuestra tesis, es menester deshacer un error. Se afirma por los italianos que la tradición está a su favor 35 • Nosotros lo negamos ; negamos la existencia de una tradición que sitúe el hecho en Calatayud. En primer lugar, seme– jante tradición no se éncuentra en España. Y es precisamente la tradición española la que importaría en el presente debate, más que la italiana, si es verdad que el hecho ocurrió en España. Hay sí en España una tradición relacionada con nuestro convento de Calata– tayud ; pero esa tradición dice todo lo contrario de lo que se lee en los autores italianos. La tradición italiana afirma que el general san Lorenzo se encontró en Calatayud con un convento suntuoso y mag– nífico. La tradición española sostiene, por el contrario, que el con– ventd de Calatayud, al ser visitado. por san Lorenzo, era extremada– mente pobre, hasta el punto de haber compadecido el padre general a los religiosos al verlos con la mayor incomodidad y ;peligro en una de las cuevas que se ven inmediatas a la ciudad 36 • De los demás conventos edificados en aquellos tiempos en la provincia de Cataluña la tradición es de que se edificaron muy pobremente. No sólo en España, pero ni siquiera en Italia existe la tal tra– dición en cuanto referida al convento de Calatayud. Ninguno de los testigos que declararon en la causa de beatificación del Siervo de Dios menciona para nada el nombre de la ciudad bilbilitana. Ningu– no de los biógrafos del Santo, al narrar el episodio, lo sitúa en aque– lla ciudad aragonesa. Marcelino de Pisa se limita a decir que el he– cho ocurrió en cierta provincia de la Religión 37 • Angel M. de Ros– si afirma que el tremebundo suceso acaeció en un convento de Espa- 35. Ibid. 315. La cueva artificial ha sido la vivienda habitual de la clase popular en todos los sitios donde el terreno se presta a ello. Entre las muy conocidas del Sacro Monte de Granada y en lugares de Aragón, las hay de algún desahogo. Vé!aise Enciclopedia universal ilustrada e,uropeo-americana, t. 69, art. vivienda, p. 759. 37. Marcelino de PISA, ob. c·it., en el año 1619, n. 177.

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