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Hl:i Et CONVEN'l'O DE CALATAYUD 025 Así se vio en ocasión en que el padre Pedro de Segura, hallán– dose enfermo, cayó gran parte qel techo de la. celda, pero sin llegar a la cama del enfermo. Salióse éste con mucho trabajo 1 y, apenas se vió fuera, se arruinó enteramente la celda con admiración de to– dos 26 • Este hecho lo refieren tambien nuestros Anales capuchi– nos 27 • Fue también muy comentado, aun fuera de.España, el siguiente hecho.: al regresar la comunidad de una procesión a que había asis– tido en la ciudad, en el momento mismo de llegar a la plazuela que estaba de_lante del convento, se desgaj6 de repente un gran peñasco que en lo natural debía caer sobre los religiosos causando en ellos un terrible estrago ; mas no los toc6, sino que, pasando por encima de sus cabezas, fue a parar fuera de lai plaza, alabando todos al Se– ñor por este prndiigio 28 • Así se fue cayendo poco a :poco aquel improvisado convento, aunque sin daño de los religiosos, en cumplimiento de lo ordenado por ,san Lorenzo; con lo que se hizo necesario dejar aquel paraje y levantar otro convento. Hiciéronles convento de planta unos pia– dosos casados, que se llamaban Martín Alejandre y doña Isabel Lezcano y bajaron a habitarlo el año 1605 29 • 6. DI.; tA MAJ,DICIÓN DE UN CONVEN'l'O QUE FALSAMENTE SE A'l'RTBUYJt Ar, SAN'l'O No podrá menos de causar asombro la deformación que en las Vidas de san Lorenzo ha sufrido la clara historia de nuestro primer convento de Calatayud, convirtiendo esa historia en un relato no– velesco. La leyenda aparece tímidamente en Italia hacia el año 1625, al tratarse de introducir la causa de beatificación del Siervo de Dios. Es muy sobria y hasta prudente en la información, al referirse al suceso de Calatayud ; se mantiene a corta distancia de la realidad. Pero, al correr de los años la leyenda medraba como bola de nieve. 2G. Ibid., 132. '27. Marcelino de PISA, ob. •cit., ad ann. 1614, ·n. 309, f. 126; José de MADRID, ob. cit., 165 s. 28.. AJOJIRÍN, .ob. cit., 131 s. 2!l. LA Fmm·n,, ob. cit., 378.