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34 FRANCESCO SAVERIO TOPPI Esta sabiduría le hace palpar, le hace experimentar en todas las fibras de su ser que la intimidad con el Señor es un gozo superior a todo gozo; que la unión con Dios en la oración, que el amor de Dios produce una embriaguez capaz de hacer perder de la vista toda otra cosa que antes le agradaba y le a1bsorbía. La metáfora nupcial es de origen bíblico: «La quise a la sa1biduría y la rondé desde muchacho y la pretendí como esposa, ena– morado de su hermosura. Su unión con Dios realza su nobleza, siendo el dueño de todo quien la ama; es confidente del saber divino y selecciona sus obras. Si lá riqueza es un bien apetedble en la vida, ¿quién es más rico que la sabiduría, que lo realiza todo?» (Sab 8, 1-5). Celano, igual que los Tres Compañeros, hace entrever, como en filigrana, el éxtasis durante el banquete a la luz de la Sabiduría; la conclusión que se deriva de ello, o sea, la elección de la religión como «esposa inmaculada de Dios», entra en la lógica más obvia de la vida espiritual. «Y desde aquel momento -continúan los Tres Compañeros-, dejó de adorarse a sí mismo, y poco a poco perdieron su fascinación las cosas que antes había amado. El cambio, con todo, no era total, po¡,que su corazón quedaba todavía apegado a las sugestiones del mundo. Pero desvinculándose cada vez más de la superficialidad, se apasiona1ba por guardar a Cristo en lo íntimo del corazón; y escondiendo' a la mirada de los ilusos la perla evangélica, que anhelaba adquirir al precio de todo cuanto tenía, con frecuencia y casi a diario se sumergía secretamente en la oración» (L 3 Comp. 8). En este pasaje, los Tres Compañeros dejan traslucir una indicación pre– ciosa: «se apasionaba por guardar a Cristo en lo íntimo del corazón». Una vez más se pone de relieve el secreto de Francisco: el Señor Jesús en persona, Sabiduría encarnada, Revelación suprema, plenaria, del amor de Dios al hombre, que sacia y hace feliz al hombre. Para comprender y explicar, no sólo en clave teológica, sino también a nivel psicológico e histórico, el heroísmo de las virtudes de san Francisco, es necesario referirse a esta experiencia carismática, avasalladora -verda– dero éxtasis-; es la «sursumactio», matriz de la mística de san Buena– ventura. Cuando Jesús en persona se presenta, se revela, se hace experimentar como bien único, como amor infinito, como gozo pleno, es lógico e irresis– tible un gesto como el de Francisco: dejarlo todo y seguir a Cristo, zam– bullirse a cuerpo muerto en El. Es la lógica de san Pa1blo: « ¡Cualquier cosa tengo por pérdida al lado de lo grande que es haber conocido personal– mente al Mesías Jesús mi Señor!» (Flp 3, 8). 8. EL EVANGELIO DE LA GRACIA Reconozcamos en este punto la iniciativa del Espíritu Santo y la efi– ciencia determinante de sus dones en el principio mismo de la vida cris-
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