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iFRANCISCO, ENSÉÑANOS A ORAR! 27 el Documento la necesidad de salir del propio egoísmo para entrar en la corriente de comunión con Dios constituida por la oración. Ahora bien, hemos · de reconocer que fácilmente esquivamos la fatiga de aprender un arte -el arte capital de la oración-, refugiándonos con ligereza en la espontaneidad, en la libertad del espíritu, en el rechazo de los métodos de otro tiempo. Si bien nosotros los franciscanos no tenemos un método estructurado corno el de los Jesuítas y el de otns religiosos que han surgido en estos cuatro últimos siglos, tenemos, sin embargo, una escuela que frecuentar, una escuela nuestra bien caracterizada, encabezada por el mismo san Francisco y al que siguen, entre otros, san Buenaventura y san Pedro de Alcántara, por citar sólo algún nombre. Mientras no nos convenzamos de que la oración, ademas de ser un don de Dios, es también un arte que se ha de aprender, y no nos empeñemos seriamente en su aprendizaje, permanecerá siempre al vivo el problema de la oración y la crisis de oración se hará cada vez 1r.ás pavorosa. El Cardenal Lercaro no dudaba en afirmar que «la primera y más penosa laguna es la falta de una escuela de oración... , que hoy se tiende, con superficialidad e improvisación, a simplificar, pero que, como consecuencia de ello, las almas quedan abandonadas a sí mismas ... , se exponen a per– derse en el vacío ... Un conocimiento de las leyes elementa~es de la psicolo– gía y de la Gracia -advierte el maestro competente- debería dar nuevo impulso al estudio de los métodos o, al menos, crear otros nuevos, más adaptados a nuestra época». 6 • En un libro muy estimulante, publicado recientemente, se lee que, en el verano de 1972, dos mil jóvenes de 38 naciones se reunieron en Fiuggi, por espacio de tres meses, a los pies del guru Maharishi Mahesh Jogi para aprender el método de la oración trascendental, y que este mismo guru va a organizar 3.500 centros en todo el mundo, cada uno de los cuales debe formar 1.000 maestros, cuya misión es ayudar a la humanidad a elevarse a pensamientos espirituales, a obrar mejor, a la paz intericr y exterior. 7 Si hay que estar atentos a los signos de los tiempos, ¿por qué no tomar en con1;,ideración datos tan significativos corno éstos? ¿ Quién no sabe que la fuerza de atracción principal de la Comunidad ecuménica de Taizé reside en el clima de oración que se respira en aquel ambiente y que atrae allí a decenas de miles de jóvenes? ¿No es hora ya de preguntarnos por el tipo de oraciór:. que hacernos y por las iniciativas al respecto que proponemos al mundo de hoy? ¿Dónde exactamente encontramos nuestra identidad, nuestra identidad de religiosos franciscanos y la testimoniamos con las obras? «El espír~tu de oración y la promoción de la oración, sobre todo interior, en el pueblo de Dios, fue carisma peculiar de nuestra fraternidad capuchina ya desde los comienzos. 6 G. Lercaro: Metodi di orazione mentale, Milán 1969, 332 s. 7 W. Buehlmann: La terza Chiesa alle porte, Ed. Paoline, 1974, 270 s.

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