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FILOSOFÍA DE VILLALPANDO 331 Baumeister (Baumeisterus) y Thümmig (Thummigius): el primero tradujo al latín la lógica wolffiana y del segundo escribe Vernei que «accurate sane ex libris Wolfii bonas epitomas fecit» (o.e. 265-270). Como indicábamos, esa tradición metodista se remonta, a través del Arte de pensar y otras obras, hasta Descartes. Bajando a detalles, Villalpando usufructúa ampliamente a Geno– vesi (o.e. 328s) cuando expone el método geométrico (I 450-454), a Vernei (o.e. 276 acerca de la originalidad en la composición de li– bros (I 458-461), a Jacquier (o.e. 295-300), para tratar de la meditación (I 462-471), si bien ambos pudieran depender de un tercer autor; a Vernei, de nuevo (o.e. 292-295), sobre metodología de la enseñanza (I 477-480) y sobre la manera de disputar (o.e. 277-287), pasaje en el que se dedican a las discusiones escolásticas los vituperios que tanto agraviaron a muchos claustrales peripatéticos (I 480-491); en el tema final, sobre el método de escribir, confiesa Villalpando deberle a Ver– nei (o.e. 295ss) «pauca, breviaque». El portugués manifestaba depender, a su vez, de la lógica de Thomasius. En resumen, la gnoseología del capuchino aparece, en su conjunto, como un mosaico de múltiples influjos de la filosofía moderna, con claro predominio de los pensadores de la corriente empirista, con Locke a la cabeza. Sigue en importancia el racionalismo cartesiano, representado a veces por el propio Descartes y otras por Malebranche, Leibniz y Port-Royal. Aunque secundaria, tampoco debe olvidarse su deuda con la escolástica. COSMOLOGÍA El tomo II, y segunda parte de la filosofía en la concepción didác– tica de Villalpando y de una larga tradición, debía enseñar la física, o filosofía de la naturaleza. No se atenía, con ese orden, al más moder– nizador de Campomanes, partidario de que se cursara la metafísica antes que la física, para dar a ésta más amplitud. Objeto de la física para Villalpando son las propiedades, efectos y fenómenos de la naturaleza y, más en concreto, los cuerpos, el es– pacio y el movimiento. Entiende por fenómeno cuanto aparece a los sentidos. Tanto la física general, que versa sobre las leyes universa– les, como la particular, se subdividen en experimental o empírica y racional o teórica, según prevalezca en ellas el método del experi– mento y la observación o el del raciocinio. Para bien «filosofar» en esta ciencia hay que someterse a ciertas reglas, perfectamente formu– ladas por Newton. La utilidad de la física nunca se ponderará bas– tante, y ello incluso en beneficio de la religión (II 1-10).
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