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332 A. DE VILLALMONTE bres por obra de los teólogos; y la impugnación de la doétrina de Cristo por las erradas opiniones de los artistas (la Facultad de Artes). Y no es lícito volver a las hollas de Egipto». 49 Buenaventura une ambos movimientos ideológicos bajo un mismo denominador. Cada uno a su modo constituye un atentado contra la sabiduría cristiana, centrada en el conocimiento de Cristo y en la imitación de su vida pobre. En realidad, el averroísmo latino podría ser considerado como un primer intento, surgido tempranamente en Occidente, de racionalizar y en su tanto secularizar la cultura intensa– mente sacral de la Edad Media. Fenómeno que se ha reiterado y agrandado una y otra vez en sucesivas «Ilustraciones» hasta nuestros días. Buenaventura califica desfavorablemente este intento de secu– larización al llamarla sabiduría «mundana», llena de orgullo, de curio– sidad malsana por los saberes profanos; mientras aparta de la sabi– duría cristiana que lleva al amor y alabanza de Dios y a la edificación de la Iglesia. En sus obras «sobre la perfección evangélica« y la «Apo– logía de los pobres» también considera un grave peligro para la fe y costumbres las ideas de G. de Saint Amour. 50 Frente a esta mundanización de cristianismo, Buenaventura reafir– ma sus ideas características sobre la sabiduría cristiana: 1) La omní– moda suficiencia de la Escritura para dar al hombre un conocimiento perfecto del mundo, de sí mismo, de su propio destino y de la marcha general de la Historia humana según el plan salvador de Dios. Por tanto el recurso que -indispensablemente- hay que hacer a la cien– cia humana como subsidiaria ha de hacerse con cautela. La filosofía sola, separada, no completada por la teología-Escritura hierra nece– sariamente y extravía al hombre que busca la salvación. 2) Aquella Ínfluencia carismática de los dones del Espíritu en el interior del p_roceso teológico, se reafirma aquí. Pero ya con nuevo matiz. Antes se daba preferencia al don de entendimiento que lleva a la «intelli– gentia fidei», comprensión cognoscitiva que sólo inicialmente es amor. Iylientras qu'e ahora se da preferencia al don de la sabiduría, que dirige más de inmediato el conocimiento de la verdad al amor, sabo– reo y vivencia de lo que se ha creído e inteligido. 3) Finalmente, el tema de la «nova revelatio» que el Espíritu concede a los creyentes 49. Hex., I, 9; V, 330: « loquendum est fratribus... et spiritualibus ut a sapientia mun– dana trahantur ad sapientiam christianam. Praecessit enim impugnatio vitae Christi in moribus per theologos, et impugnatío doctrinae Christi per falsas positiones per artistas. Non itaque redeundum est in Aegiptum per desiderium vilium ciborum, alliorum, porrorum et peponum, nec dimittendus cibus caelestis». 50. «Quaestiones disputatae de perfectione evangelica», V, 117-198. ApÓlogia pauperum éontra ca/Úmniatorem, VIII, 23.3-.330, prologus.
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