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DIMENSIÓN CARISMÁTICA DE LA TEOLOGÍA 331 l:lContecimiento, ya que expresamente se le atribuye por Buenaventura la función de aprobar y ratificar la «revelatio» habida por otros cami– nos. Tampoco podrá ser reducida la «revelatio» al proceso de razona– miento teológico que «desvela»; explica o explicita (y en este lato sentido. «revela») lo implícito. Buenaventura distingue netamente am– bos procedimientos o fuerzas impulsoras del proceso. Si bien la razón teológica no puede ser eficiente sino bajo la acción del don de enten– dimiento, según decíamos anteriormente. Ya esto implicaría una pre– sencia de lo carismático en la función teológica. Pero cuando la expli– citación de la fe se realiza por medio de una nueva «revelatio», enton– ces queda del todo clara la naturaleza de esta nueva fuerza que im– pulsa el progreso de la teología. Esta revelatio aparece fuera del marco institucional; se distingue neta y expresamente del trabajo realizado por la investigación racional. Buenaventura la veía muy ma– nifiesta en el caso de un hombre iliterato, ajeno a preocupaciones científico-teológicas como es Francisco de Asís. Sobre la importancia que para el teólogo profesional haya de tener esta «revelación» tan íntimamente carismática, el mismo Doctor seráfico podría ser un testimonio fehaciente, al dejarse influir, tan decididamente, en la ela– boración de su sistema teológico, por el carisma y la «revelación» de san Francisco. F) La ciencia teológica y la «revelatio» de los últimos tiempos. - El amplio margen para el dinamismo carismático que, desde siempre, concedió Buenaventura en el seno de la labor teológica adquirió una forma conflictiva, y al parecer desmesurada, en los últimos escritos. Nos referimos a las Conferencias sobre el Hexámeron dictadas en la Universidad de París el último año de su vida.4 8 .El problema que ante él se planteaba era, por una parte, la cre– ciente penetración del llamado averroísmo latino en la Universidad parisiense: La izquierda aristotélica que seguía a Averroes en la inter– pretación del Corpus Aristotélico. Por otra parte, ya años atrás, fray Buenaventura, como Ministro General de los franciscanos, venía man– teni.endo seria polémica contra Guillermo de Saint Amour, impugna– dor destacado de la «forma vitae» evangélica que pretendían instaurar Francisco y sus seguidores. El averroísmo significaba para él un radi– cal pel!gro pára la doctrina de Cristo. Los escritos de G. de Saint Amour ponüm en peligro la autenticidad de la vida evangélica. Por eso, dirige sus enseñanzas «a los hombres espirituales, para que de la sabiduría mundana sean atraídos a la sabiduría cristiana. Porque avanza la impugnación de la vida de Cristo en relación. a las costum-

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