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ALFONSO DE CASTRO 245 No queremos, con todo, dejar la pluma sin aludir a una obser– vación muy certera de C. Santamaría. Dice así: L'avenir aura aussi, bien sur, son mot a dire, sur le nouvelles conceptions, quand elles seront a leur tout chargées du poids de l'histoire 100 • Ya comienza a pesar la historia contra los partidarios de la Nueva Cristiandad. El monje Raymond nos habla horrorizado del millón de abortos, provocados todos los años en los Estados Uni– dos 101 • Este número lo confirma la «Revista Eclesiástica Brasi– leira» al afirmar que un millón y doscientas mil mujeres se so– meten al año a tan inhumana operación. Aunque las estadísticas de otros países democráticos no sean menos alarmantes, aducimos estos datos sobre esa gran nación IO\ porque, sin negar nada de su pujante catolicismo, ha sido perenne atractivo para nuestros de– mócratas, desde los tiempos del padre Lacordaire con sus aires liberaloides a lo Lamennais. No que ellos vean en tal nación un ideal. Pero sí le demuestran una confianza que los datos aducidos desmienten. Y lo que es más: desmienten todo el montaje del liberalismo católico. Quizá cuando estas lacras hayan minado las fuentes de la vida, se levanten nuestros sucesores para increpar a este siglo veinte que en su hipocresía personalista levanta pro– testas mundiales porque cualquier desapresivo, metido en polí– tica, da con sus huesos en la cárcel y apenas tiene una palabra de censura para una sociedad que con macabra indiferencia asiste 100. Au!our de l'état idéal, en «Documentos», n.10, p.82. 101. Cf. Dios, una mujer y el camino. Trad. de F. XIMENEZ DE SANDOVAL. (Madrid, 1956), 124. He aquí las palabras del monje cisterciense: «Las estadísticas de– muestran que antes de la segunda guerra mundial existían en nuestro país anualmente más de setecientos mil abortos. Durante lal guerra, algunos distritos vieron aumentar ese número en un veinte y hasta un cuarenta por ciento. Después de la guerra hemos de enfrentarnos en un hecho espantoso de que en Estados Unidos, en estos Estados Unidos nuestros, se asesina cada año en los vientres de sus madres a más de un mi– llón de inocentes». El que estepopular monje haya podido dejar estampada estas escalofriantes lineas en una prueba más de su tremenda y acusadora realidad. Sobre otras lacras morales con repercusiones en la salud pública el libro de ALEXIS CARREL, La incógnita det hombre, es trágicamente pesimista. Su libro quería ser una vo, de alerta a un mundo despreocupado ante la más pavorosa de las incó1mitas: la del •hombre. 102. «Revista Eclesiástica Brasileira», 18 (1958) 840-841. Los datos están tomados de una investi¡:;ación realizada por la Dra. Mary CALDERONE. En el mismo número de la revista p. 845 se nos dan datos, tomados de las estadís– ticas, sobre el divorcio. Aunque menos criminal que el aborto, el divorcio, cínica y es– candalosamente ejecutado por millares en los grandes palses democráticos, lleva en sus entrañas la disolución de la familia. Con razón, por lo mismo, se alude en el texto a los atentados de libertad contra las tuentes de la vida.
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