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ALFONSO DE CASTRO 223 2. Si queremos oir hablar desde los derechos de la libertad, oigamos de nuevo a Maritain: Una sociedad de hombres libres implica algunos dogmas básicos que constituyen la médula de su existencia misma. Una democra– cia genuina importa un acuerdo fundamental de las opiniones y las voluntades sobre las bases de la vida común; ha de tener conciencia de sí y de sus principios, y deberá ser capaz de defender y promover su propia concepción de la vida política y social ; debe contener un credo human o común, ei credo de La Libertad 50 • Frente a los dogmas católicos que garantizan los derechos de Dios se levanta el nuevo humanismo a proclamar el credo de la libertad. Para que podamos advertir mejor la distancia entre la «vieja» y la «nueva» Cristiandad, hay que notar que no se rehuye el inmediato cotejo como se hace en este texto mariteniano: La idea discernida en el mundo sobrenatural a manera de es– trella de este humanismo nuevo ... no será ya la idea del imper i o sagrado que Dios posee sobre todas las cosas ; será más blen la idea de la santa Libertad de la creatura, unida a Dios por la gracia 51 • No seríamos sinceros si dejáramos de subrayar el último in– ciso. Indudablemente, en la ideología de la Nueva Cristiandad, la gracia de Dios es el complemento de la acción terrena. Pero sigue siempre en pie que la misión autónoma del régimen temporal es preocuparse ante todo de los derechos de la libertad humana. Ahora bien ; frente a los derechos de Dios y frente a los derechos del bien común, ;,se puede sostener esta fiJosofía de la sociedad, propugnada por Maritain y demás personalistas? ... 3. Siguiendo en esta línea de razonamiento en la que ante todo se sobrevalorizan los elementos humanos, la fe sobrenatural ya no puede ser el fundamento del edificio de la Nueva Cristiandad, ni la herejía puede ser considerada elemento destructor. No re– huyendo lamentablemente la palabra fe 5!l, nos propone el nuevo 50. El homhre v el Estado ... 130 . 51. Humanismo integral... 178. 52. Desoués de la enclclica Mit . brennender Sorge de Plo XI contra el nacional-so– cialismo alemán debemos subrayar el amentablemente del texto , pues fué una de las acusiones del Pontlfice contra aquel sistema filosófico-polltico el abuso de palabras tan relie:ioso-teológicas como fe , uracia, redención, Inmortalidad... En el uso ciue •hacia de ellas el nacional-socialismo, desesenciaba su valor religioso. Como Marltaln hace con la palabra fe ; en esta ocasión se halla al lado de sus enemigos pollticos.

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