BCCCAP00000000000000000000649

372 GERMÁN ZAMORA cia en nuestras universidades. Para ambas necesidades ofrecía reme– dio el texto de Villalpando, «el primero y único espaizol que ha escrito un Curso latino completo ele Filosofía 111oclerna. Absolutamente no tenemos otro en este género». Ni las obras de Andrés Piquer, ni las de Tosca, le parecían idóneas para regir la enseñanza universitaria: las de aquél, por estar escritas en vernáculo, y las de éste porque, además, pagó tributo a la «pasión» cartesiana de su tiempo. La filosofía de Villalpando no sólo subsanaba esas deficiencias, sino otra más bochornosa de cara a Europa, como era, según Mese– guer, el despótico predominio ejercido sobre España por los aristo– télicos, que habían hecho de ella su último bastión, siendo causa de nuestro lamentable retraso en el cultivo de las ciencias y de la pérdi– da de un tiempo precioso por nuestra juventud académica. «Lo cierto es, Señor -le escribía al Consejo-- y_ue la filosofía escolástica se ve hoy arrojada de casi toda Europa, cuyas Escuelas ha estado tirani– zando muchos siglos ha, sin que le haya quedado otro asilo que el de nuestra España, de donde no ha sido posible desalojarla entera– mente por ciertas razones que fácilmente se comprenden y no es necesario ahora expresarlas: Y que lo peor que resulta de aquí no es que las demás naciones se burlen de nosotros, y nos tengan por los más atrasados en las Ciencias, sino el que nuestros jóvenes gastan sus mejores afíos en estudios fútiles y ridículos, y se privan de los conocimientos útiles y sólidos que adquirirían si estudiasen una buena filosofía». Siendo «absolutamente necesario» el esiablecimiento definitivo de ésta -que no era otra que la llamada moderna, en la cual pesaba a la sazón la parte física más que ninguna otra, gracias al apogeo coetáneo del newtonianismo-, y muy conveniente su enseñanza por un autor hispano, la de Villalpando era !,, única acreedora a tal honor. Al menos hasta que las universidades editaran la propia, o algún particular ofreciera al público otra mejor. De los tres censores, había emitido el primero un dict:imen nega– tivo; suficientemente positivo el segundo, ya que abogaba por la introducción del texto de Villalpando en todos los centros superiores donde no se estudiara la física por Musschenbroek o Jacquier -que eran la casi totalidad-, y enteramente favorable el tercero.' Los fiscales del Consejo tenían así despejado de dificultades el camino para proponerle a aquél que decretara la imposición en toda España del texto filosófico de Villalpando para la enseñanza oficial. 4. Ib., ff. 17-22.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz