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LOS ESTUDIOS EN LA ORDEN C1\Pl1CHINA 323 ACTUAClúN DEL PROGRAMA Los más bellos ideales no representan un avance en los caminos de la historia mientras se desenvuelven en el mundo de las ideas sin re– percutir en las realidades concretas de la vida. De pnco hubiera ser– vido que los legisladores individuaran en los estudios uno de los fac– tores de la perpetuidad y fecundidad del apostolado capuchino, f.t aquel 1,abio principio hubiera sido letra muerta. Y hay que reconocer con lealtad que su actuación fué lenta <' imperfecta. Tropezaba, en pri– mer lugar, con la mentalidad de algunos religiosos itw,tres que se ha– bían alistado en las filas de la nacicntl Reforma para pisotear la va– nidad de los libros y renegar tos al:trdlt; de ta erudiciT'rn. Pertenecí:i a este grupo el renombrado profesor de Lovaina Fr:rncisco Titclman:, de Hasselt, quien había venido a la Orden aureolado d,, bien Jlh'recida fama de letrado erudito y fecundo escritor. Cuentan que Bermmlino ele Asti le invitó a dirigir un centro de "devotos y suntns estudios" en conformidad con las constituciones rccícntcmcntc aprobadas; pero él op1ó por vivir su ideal franciscano s'rv:cndo a su prójimo en lm; hu:,– pitales de Roma. --Mis libros -decía- son mis enfermos 11 Más radical todavía era Bernarclino de Monte dell'Olmo, clen()mi– nado "oculus Scoti", que había enseñado en las más célebres univer– sidades de Italia. Solía repetir en tono amenazador: "Cuando veais que se organizan los estudios ordinarios, sabed que la Orden decaerá en el espíritu. Si el P. General me ordenara explicar casos de concien– cia, lo haría ele muy buen gradn, pcru no si me mandarn explicar l;i l<',-– gica; sin duda, tas ciencias son buenas, pero no son conformes a nu2s– tra vocación, habiendo prometido al Señor ser humildes. Quien pro-· mete observar la Regla de S. Francisco, promete humildad que tien~ su fundamento en la simplic1clad; y las ciencias, por buenas que sean, siendo nosotros inclinados al pecado, las más ele las veces son causa de soberbia. Los doctos que vienen a la Orden deben llorar sus peca– dos y adquirir el espíritu; si están adornados de doctrina y espíritu 14. Monumerzta Historica, (Assisl, 1940), 3, 171-179; 4, 5 sig., 19-1 sig., 197 sig.

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