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346 P. MELCHOR bF POBLA[;URA ello del amor para hallarse en grado de anunciar a los hombres el Su– mo Bien esurndido "bajo el sentido de la verdadera y suave inteligen– cia de la sagrada Escritura". De s.uerte que el estudio de las ciencias era al mismo tiempo un estudio de perfección religiosa, un continuo ejercicio de uración, una preparación próxima y eficaz para el aposto- 1:ldo. Fácil es adivinar los frutos que produciría el estudio llevado a cabo con este criterio. El perfume de la virtud embalsamada por el per– fume de la ciencia llen(¡ de encantos el claustro; w Orden Capuchina grnó de esos frutos, y los extraños admiraron sus conquistas en el uunpo cultural. La aportación numenisa y variada ele los escritores c:i– puchmos al progreso de las ciencias patentiza la a111pl 1 itud de mlras con que se desarrollaron los estudios durante el primer siglo de la Orden. P. MELCHOR DE POBLADURA, 0. F. M. Cap. Roma, 30 de junio de 1951.

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