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LOS ESTUDIOS EK LA ORDEN CAPUCHINA 339 gencias ineludibles de la observancia regular "" Las consideraciones grnerales que acabamos de indicar tienen su importancia para justi– preciar el presente capítulo. El simple enunciado de las obras ,,; nos hará penetrar más íntimamente en la vocación propia de la Orden con sus múltiples y variadas manifestaciones, toda vez que cada uno de los libros puede considerarse algo así como una actuación parcial del ideal franciscano, único en su esencia y múlt;ple en sus facetas. El nú– mero mayor o menor de cada clase de libros es como un índice reve– lador de la importancia de la faceta particular que ilustra. El conjun-– to nos pone en evidencia todas las direccionLs del pensamiento y de la acción concreta de la Orden. 1_..:__:_Abre la serie no solamente en el orden ideal sino también en el orden cronológico la ascética y la mística " 7 • El carácter eminentemen– te apostólico de la Orden Franciscana hizo que los Capuchinos no se contentaran con predicar el mensaje evangélico por medio de la pala– bra y del ejemplo, smo que muy pronto sintieron la necesidad de ser– virse también de la pluma para dilatar en las éllmas el reino de Di,;s. La bibliografía capuchina, en efecto, comienza con el Arte de la unión del alma con Dios (Brescia, 1536) publicada poi el célebre predicador JUAN DE FANO ( t 1539) y dedicada a sus hermanos de hábito y a todos los fieles. En pos de él y siguiendo &u ejemplo olr')s predicadores per– petuaron el fruto de su apostolado en el pueblo cristiano, enseñando e inculcando a todos el ejercicio de la oración, que explicaban en lra– taditos que se propagaban rápidamente en múltiples ediciones. Es el caso, entre otros, de BERNARDIN0 DE BALBAN0 ( t c. 1560), cuyo Espejo de oración (Messina, 1553) había é.!lcanzado en 1603 hasta siete edi– ciones italianas, una traducción francesa y otra latina; de SILVESWE DE RossAN0 ( t 1595) con su Método para prepararse a orar (Venecia, 1574); de CRISTÓBAL DE VERUCCHI0 ( t 1630) cuyo curso de Meditacio– nes (Venecia, 1592) se editó más de catorce veces en italiano y dos en IHtín, y los Ejercicios del alma (Venecia, 1596) aparecieron dos veces 55. Así to confesaba el P. Trigoso en la introducción a la Sumrna de S. Buenaventura. Cf. MELCHOR DE PoBLADURA, El P. Pedro Trlgo&o de Calatayud, /ug. cit., p. 383. 56. La índole del presente trabajo no nos permite presentar la descripción bibliográfi– ca de las obras que citRmos; nos contentamos con indicar entre paréntesis el lugar y año de la primera edición para orientar al lector. Cf. BERNARDUS \ BoNONIA, O. F. M. Cap., Bi– bliotheca scrlptorum Ord. Mfn. S. F'rancisci Capuccinorum (Venetiis, 1747). 57. Véase el capítulo sobre los maestros de le vida espiritual en nuestra Historia ge– nera/is, Pars 1, p. 189-200.

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