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LOS ESTUDIOS El' 1 LA ORDEN CAPUCHINA 337 depende del carácter individual y del deseo ele experiencia ele! pens;1- elor. Y precisamcute, se añade, los Capuchinos clesan ollarnn su act,v1- dr,d cultural como pensadores _individuales bajo el influjo de la t1ad!– ción bt1enaventuriana y 1Hí como exponentes n representantes de un sit>tema determinado "º. A mi modo de ver la explicación del fenómeno es mucho más sen– cilla. No existió por entonces una escuela buenaventurinna, porqLI'! ni siquiera intentaron fundarla. Por tanto es supérfluo hablar ele frac,1- so. No se propusieron una ratio stwliorum esclusivista desde el pun– to de vista especulativo o de escuela, que ob?igara explícitamente a los profesores a seguir un determinado sistema doctrinal de ideas. Lo único que preocupaba a los organizadores, no eran las teorías o !ns sistemas escolásticos, sino el espíritu que debía animarlos y vivificar– los. Bastaba que los estudios fueran "devotos y santos", que profeso– res y discípulos no buscaran la letra que n1ata, sino el espíritu que vi– vifica; que no se dedicaran a la ciencia con clctrimento de la piedad, pues de lo contrario obrarían contra la voluntad expresa del Seráfico Padre " 1• Esta evocación del SerMico Padre nos hace vislumbrar ct'.1- 1110 los Capuchinos del primer siglo no daban a la ciencia más impor– tancia en el programa de su actuación religiosa y social, que le diera S. Francisco. Ni San Francisco ni !ns Capuchinos, pretendieron fundar una escuela en el sentido que se d:1 a esta palabra, cuando se habla, por ejemplo, de tomismo o de escotismo. APORTACióN BIBLIOGRÁFICA Un síntoma revelador de la amplitud de: los estudios en este perío– do nos '10 ofre~en los libros impresos e inéditos. Espigando en los re– pertorios bibliográficos y otras fuentes históricas, puede hacerse un cómputo aproximado de los religiosos a quienes puede atribuirse el apelativo de escritor; en total, unos cuatrocientos. Bien es verdad que ni todos publicaron sus escritos, ni todos escribieron obras importan– tes, ni en el estado actual de la ciencia histórica y bibliográfica pue– de determinarse con precisión lo que algunos escribieron. Así y todo, 50. CuTHBERT, I Capuce/ni e la controriforma, p. 463 sigs. 51. EDUARDUS ALENCONIENSIS, lug. cit., p, 406, n. 123.

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