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46 MELCHOR O E P O B L A D U R A al Comisario a tenor de la bula Inter graoiorcs. Concretamente se espe– cificaba que en adelante el Comisario Apostólico había de pedir con– ~ejo al P. General en lo tocante a la fundación de conventos, al cam– bio de Provinciales, a la aprobación de predicadores y a la expulsión de los religiosos. Además se reserrnba al P. General el derecho de en– viar visitadores y de exigir una relación anual sobre la marcha del Co– rnisariato 106 • En realidad, se trataba de una limitación no indiferente ,l los poderes casi absolutos de que hasta Pnlonces gozaba el Comisa– rio; y aun sin mencionar la unión con Roma. implicilanwnte se esta– blecían nuevos lazos y vínculos de dt>pendencia. El recién nombrado Comisario contaba 29 ai'íos de edad: había na– cido en Llavaneras el 14 de abril de 1852. y era hcrmmo ck•l P. José Calasanz. Su deseo hubiera sido embarcarse con el P. Segisrmmdo de Mataró en 1869 e:on rumbo a Centro América; mas por moth-os fami– liares hubo de demorar su entrada en el noviciado. Por fin, mreglados los asuntos de familia. pudo salir para Guatemala en 1871 y el ~.'5 ele julio vistió el hábito religioso. Curs<Í los estudios f-ilosMicos y teológicos en.tre sustos y sobresaltos, expulsiones y viajes. parte en América y par-– te en Europa. El () de abril de 1878 se orde116 de sacerdote c iIEncdia– tarncnte se dedicó de lleno al ministerio de la predicación, obteniendo muy lisonj~➔ros t'xitos y capt1índose la simpatía y el apreeio de cuantos le trataban 107 • Quienes se habían forjado la ilmión de Cflle el cambio de Comís:i.rio coincidiría con la abolición del Comisariato, sufrieron un desengaño. Indudablemente se había dado otro paso adelante; pero aun faltaba un largo trecho por recorrer. La situación no era tan sencilla coma a primera vista pudiera creerse. Ni era fácil suprimir de tm plumazo el estado de cosas que duraba ya hada casi ochenta mios. Por otra parte, ias inevitables preocupaciones de una sistematizaci<Ín definitiva de las comunidades ya formadas juntamente con el anhelo irnpelente de pro– pagarlas, ocuparon excesivamente al joven Comisario durante los dos primeros años de gobierno sin dejad(' la holgura necesaria para forzar 106. Cf. Archivo general O. F. M. Cap.: Documenta JI, AR-2. Véase el Doc. 15. 107. No es nuestro intento dibujar aqui las ac'ividadcs C:el Comisario Apostólico n: enjuiciar la conducta de su gobierno; indicamos sólo algunas ideas que sirvan para apreciar las vicisitudes por que atravesó el problema de la unión con Roma durante estos últimos años hasta llegar a su definitiva solución. Acerca del P. Joaquín de Lla– vaneras cf. IGNACIO DE CAMBRILS, Cronicón, 2:n s. «Anah,cta O. F. M. Cap.,, 40 0924) 4~-48; EUGENIO DE VALENCIA, El Revmo. P. Joaquín M. cie Llavaneras (1852-1923): Florecillas de S. Francisco 24 ( 1923) 187-192; BASILI DE RUBI, Necrologi, 165.
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