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40 MELCHOR DE POBLADURA siese en seguida en él mi entera confianza y que en muchas circunstan cias obrase según los consejos que le había pedido, o los pareceres su– yos que espontáneamente me decía. Algunos encontraron exagerada la confianza que yo depositaba en un religioso tan joven; pero yo no me arrepentí jamás de haber seguido sus consejos" 97 7. - fu:cAp1TULANDO... Se diría que a fines de 1880 era inminente la decisión superior que coronara tan perseverantes esfuerzos. Sin embargo, aun nos encontra– mos muy lejos de la meta. Mas antes de proseguir nuestra :investigación, creemos oportuno detenernos un momento a recapitular lo hasta aho– ra expuesto. El deseo de la unión con Roma atraía el corazón de la casi totali– dad de los religiosos españoles. Quién más y quién menos, los artífices de la restauración suspiraban por el venturoso día, en que pudieran considerarse todos súbditos de un mismo Superior supremo y unidos jerárquicamente con los Capuchinos desparramados por todo el mun– do, con igualdad de derechos y deberes. Las cartas, que nos han servido de guía en la esquemática desc.ripción de los acontecimientos, docu– mentan la parte que a cada uno corresponde. Descuellan por su acti– vidad incansable, por su talla moral y por el prestigio de que gozaban dentro y fuera de la Orden, el siervo de Dios P. Esteban de Adoain 98 y el P. Bernabé de Astorga. La relevante actividad de entrambos atra- 97. Cf. ANTONIO M. DE BARCELONA, El Cardenal Vives y Tutó, 76 s. 98. ({Este fué el último obús lanzado por el siervo de Dios "n la b>1talla ~•or la ur.ión con Roma. Sus esfuerzos no fueron inútiles. Ganó la batalla, aunque el fruto de la victoria fué póstumo. Hubo ciert>1rnente algunos religiosos dispuestos a traba– jar en este asunto, apoyando la labor del P. Esteban después de la muerte de éste, acaecida en octubre de 1880; pero su actuación hubo de ser muy exigua comparada con la de aquel egregio apóstol... Lo más fundamental y quizá lo más árduo (para conseguir la unión) se debe al Padre Adoain». Cf. GUMERSINDO DE ESTELLA, ob. cit., 474s. El P. Basilio de Rubí conceptúa exagerada. estas frases del biógrafo del sier– vo de Dios, y dice: ({Conviene advertir al P. Gumersindo de Estella-y esto sin dejar de reconocer la realidad y el interés que puso en este asunto-que «lo más fundamen– tal y quizá lo más arduo» no fué ni mucho menos obra del P. Esteban, pues por do– cumentos que se han publicado y por muchos que faltan por publicar sobre este asun– to, se demuestra que estaban muy poco expeditos los caminos de la unidad cuando vino a morir el P. Esteban, ya que el deseo de la unión estaba en los corazones de todos los religiosos españoles y que antes que el P. Adoain, el P. Bernabé de Astorga enviaba a Roma los votos de los Capuchinos españoles solicitando la unidad.» Apos– tolado Franciacano 36 (1944) 123. Cualquiera que atentamente haya leído nuestra ex– posición juzgará por si mismo la parte que a cada uno corresponee,

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