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LA UNlóN DE LOS CAPUCHINOS ESPAílOLES 31 tras de afecto. La toma de posesión del viejo y abandonado conwnto se verificó el día de San José, pronunciando una memorable alocución el P. Esteban de Adoain. quien fué nombrado superior de la mie\·a CO· munidad. Al P. Bernab{, de Astorga se le confió el cargo de vicario. Este doble nombramiento hizo presagiar un feliz desenlace, pues entrambos religiosos eran decididos e incondicionados sostenedores dr) la unión más estrecha con Roma, por la cual se iba a entablar ahora la última y decisiva batalla. ti. - LA BATALLA POH LA UNIÓN El Comisario Apostólico P. Jos{, de Llerena, preYiendo sin duda f'l cariz que estaban tomando los acontecimienlos, a los pocos mese~ alejó de la comunidad de Anlequera al P. BemabP. dándole las letra, ohedienciales para que regresara a Bayona. Aqu{,l emprendió el viaje. pero se detuvo en Madrid y despu{,s de conferenciar con el Nuncio vol– vió a Antequera, asegurando que el Comisario carecía de poderes para mandarlo fuera de España. Eran los primeros amagos de un conflieto que se prolongaría por nirios aüos poniendo frente a frente dos tenden– cias opuestas acerca de las modalidades de la restauración. Unos (la casi totalidad) anhelaban la abolición inmediata del régimen de gobier– no de la alternativa, que traía consigo la aulo11omía de lrn superiores de Roma. Otros (una minoría muy exigua) abogaban por la continuación del statu quo. Esta dualidad de opiniones oca;ionó serias dificultades a la disciplina cmn-entual y entorpeció la marcha progresi\'a de las fun– daciones, de las cuales unas surgían por \uhmlad expresa del P. Ge neral y otras por iniciativa, o, mejor dicho, con la aprobación del Co– misario. Las autoridades eclesiásticas se veían perplejas sin saber a quien dirigirse ni con quién entenderse para ejecu lar los planes conce– bidos 6 4. Por su postura aulonomisla, el P. Josc'. ele Llerena gozaba de muy pocas simpatías entre sus súbditos ele Espaúa, y su situación per– sonal se agravó a medida de los esfuerzos que hacía por defendN las prerrogativas y los derechos, que juzgaba inherentt'S e inalienables, da– do el cargo que ocupaba por voluntad de la Santa Sede. El Comisario Apostólico debió recurrir al Nuncio, exponiendo las dificultades del momento, y éste con fecha 23 de octubre recordaba al 64. As! sucedió, entre otros casos, a los Obispos de Astorga y de León. Cf. MEL– CHOR DE POBLADURA, ob. cit., 247.
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