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LA UNION DE LOS CAPUCHINOS ESPAfilOLES 25 de Mataró 47 • Su viaje a Europa en aquellas circunstancias obedecía a dos motivos. Por una parte deseaba estudiar personalmente con el Ge– neral de la Orden la sistematización definitiva de aquellas comunida– des; y por otra se proponía reclutar vocaciones religiosas en España pa– ra reforzar las filas de los exclaustrados que sensiblemente se adelga– zaban. A su paso por la capital francesa tm-o la oportunidad de saluda1 al P. Nicolás de S. Giovanni in Mariguana, el cual aprobó sus planes y sin más lo delegó para que en su nombre pulsara la opinión de los re– ligiosos de la Península acerca de la dependencia de Roma. El P. Se– gismundo se trasladó con esta misión a la Corte, y después de haber cambiado impresiones con los miembros de la comunidad de El Pardo, continuó su viaje a Andalucía para conferenciar con Mons. Carrión. Du– rante esta etapa del viaje le sorprendió la tormenta político-religiosa de septiembre-octubre y regresó a Cataluña en plena revolución. Dado el cariz revolucionario y antireligioso que tomaban los acontecimien– tos desconfiaba poder organizar el proyectado equipo de jóvenes pos– tulantes, pues difícilmente consentirían las familias a que partieran o se ausentaran en tan críticas circunstancias. Sin embargo, durante el invierno 1868-1869, movi{,ndose casi clandestinamente, tramitó el asunlo y por fin en mayo de 1869 con un grupo escogido de veinte jóvenes se embarcó en S. Nazaire con rumbo a Guatemala. La comitiva llegó a La Antigua el 20 de junio, y el 11 de julio siguiente vestían el hábito religioso aquellos candidatos. Fonnaba parte del grupo también José Vives y Tutó, que cambió el nombre por el de Fray José Calasanz de Llavaneras. No nos interesa por el momento profundizar las fas~,s de su formación espiritual y cultural; corno tampoco es nuestro intento na– rrar aquí las vicisitudes en que se desarrollaron una y otra. Hacemos constar solamente, porque lo juzgamos ele inter{,s para interpretar me– jor el desarrollo de los sucesos, que el jon'n religioso se formó en un ambiente de perfecta armonía y de absoluta dependencia de las au– toridades de Roma, sin tener roces de ningún género con las normas entonces vigentes en el Comisariato Apostólico. Aun suponiendo que no ignorara del todo la situación ele hecho, creemos que por entonces no tomó cartas en el asunto. Debido a los continuos achaques de su dé- 47. Después de haber sido superior de los exclaustrados de Centro América, re– gresó a Europa; vivió algunos años en Francia y al verificarse la restauración en Es– paña, fue maestro de novicios en Sanlúcar de Barrameda y luego superior de Arenys de Mar. Murió en 1884, Cf. IGNACIO DE CAMBRILS, Cronicón; p. 157-158. 160-167. 234; BASILI DJ: RU:Bt, Necrologi, p. llO.

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