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LA UNlóN Df LOS CAPUCHINOS ESPAf:JOLES 21 El 18 de diciembre de 186.'3 el P. Juan Pruna de Arenys de Mar 37 obtuvo una Real orden para erigir en su villa natal una casa religiosa o un colegio, en el que pudieran prepararse jóvenes misioneros con des– tino a las misiones de Mesopotamia. La ocasión era propicia. Dos años más tarde (23 junio 1865) el P. General alcanzó de la Santa Sede las dispensas necesarias para establecer asimismo un noviciado, y, aunque ~in convencimiento ni entusiasmo, para sah-ar las apariencias em·i6 el permiso directamente al Comisario Apostólico, exhortándolo a favore– cer la iniciativa. Por desgracia, el P. Joaquín fuera por achaques de la vejez (contaba más de 75 años) fuera por pasividad de carácter o por falta de espíritu de iniciatirn, no sentía el aleteo dP aquel dinamismo emprendedor, que en determinadas circunstancias es el secreto y el re– sorte del éxito apetecido. También pudiera explicarse su actitud, como un repliegue diplomático de rechazar o desconocer los oficios no pe– didos que el General le ofrecía. Es el caso que se encerró en un mutis– mo absoluto y no dió curso a las solicitaciones que le venían de la Cu– ria General 38 • Al poco tiempo se abrió a la t"ntusiasta iniciath·a dd P. Nicolás otra senda, y él la recorrió sin desfalk,cimientos, dando otro paso más hacia la suspirada unificación. Uno de los muchos que al promulgarse las inicn'.lS leyes de la exelautración en 1&'35-1836 prefirieron el destierro a des– pojarse del hábito religioso, fue el P. Pablo Benigno Carrión de Mála– ga, el cual se trasladó a Puerto Rico a ejercer el ministerio sacerdotal 39 • Sus talentos y dotes de gobierno le hicieron sobresalir muy pronto en– tre el clero de la isla y en 1858 fue consagrado obispo. A principios de 1867, de regreso a su patria, se detuvo en la Ciudad Eterna. Conferen– ció con los Superiores de la Orden acerca de los problemas puestos so– bre el tapete referentes a los Capuchinos españoles; y de acuerdo con la Santa Sede se comprometió a establecer algunas comunidades en la Península, sincerándose ante el Gobierno con el pretexto de la necesi– dad que tenía de alistar candidatos para su diócesis. Sin duda contaba 37. Falleció en 1890. Cf. BASILI DE RUBf, Necrologi dels frares menor, caputxins ae la provincia de Catalunya <Barcelona 1945) 205; MELCHOR DE POBLADURA, oc. cit., 233. 38. Véase el informe del P. General Nicolás de S. Giovanni in Mar!gnano a la 3anta Sede. DOC. 6. 39. Cf. GANDIDO DE MONREAL, O. F. M. Cap., Héroes de nuestro campo: Fr. Pablo B. Carrión de Málagn, obispo de Puerto Rico: «Adalid Seráfico» 2 (1901) 315-318; JUAN B. DE ARDALES, O. F. M. Cap., La Divina Pastora y el Bto. Diego José de Cá– diz. Estudfo histórico I (1703-1900) (Se-vil1a 1949), 715-719.

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