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20 MELCHOR DE POBLADURA de 34 • Uno de sus primeros actos de gobierno fué preocuparse de la re– organización y restauración de las provincias de Espaü.a. Evidentemen– te deseaba restablecer las cosas en su estado primitivo según las nor– mas constitucionales de la Orden; y por c:onsiguiente solicitó de la S. Congregación el nombramiento por tres años de un Comisario, que re– sidiera en Roma bajo la dependencia del Ministro general. Si se hubie– ra logrado este deseo, la dificultad de la unión de los Capuchinos es– paü.oles con Roma se hubiera resuelto radicalmente; mas por entonces se obtuvo sólo una solución parcial y el problema prácticamente quedó sin resolver. La S. Congregación le pidió una tema de candidatos, y el P. General, insistiendo sobre el particular de la dependencia del Co– misario, la presentó a principios de 1860. El 27 de abril era nombrado el P. Joaquín de Madrid en idéntica forma que lo había sido su pre– decesor 35 , y puesto que había fundadas esperanzas de abrir algunm conventos, se creyó más oportuno que fijara su residencia en Madrid. Sin embargo, para satisfacer de algún modo las justas exigencias del P. General, el 22 de marzo de aquel mismo afio se nombró al P. José de Llerena Vicecomisario apostólico residente en la Ciudad Eterna ~r. E~– ta convivencia en la Curia General de un representante del Comisaria– to podría contribuir a estrechar los lazos entre las dos autoridades y a preparar la unión definitiva. De hecho no fué así; faltó uniformidad de pareceres en enfocar los problemas, y no se evitaron la, colisiones de derechos ni lps conflictos de jurisdicción. A pesar de este fracaso inicial, el P. General no desistió de su pro– pósito. Con ojo avizor observaba el horizonte, y captaba cualesquiera ocasión que se le presentara para intervenir personalmente o por inter– puesta persona en los asuntos particulares de los Capuchinos españoles, haciendo más o menos caso omiso de su condición pri\'ilegiada. Duran– te los 13 aíios de su gobierno (1&59-1872) se dieron los primeros paso,– para la definitiva restauración y aparecieron los primeros síntomas pre– cursores de la añorada meta. 34. Cf. FELICE DA MARETO, O. F. M. Cap., Tavole dei capitoli generali dell'Or– dine dei FF. MM. Cappucctnt (Párma 1940) 282. El P. Nicolás murió en Roma el 23 enero de 1877. La documentación inédita, a que nos referimos en el texto, se conserva en el Archivo general de la Orden, G. 62. 35. Cf. Bullarium cit. X, 388; MELCHOR DE POBLADURA, ob. cit., 232 sigs.; BUENAVENTURA DE CARROCERA, Necrologio, 22 (23 enero 1872). 36, li:l P. José falhtció en Roma el año 1886. Cf. «Analecta o. F. M. Cap.» 12 (1896) 11 a, LX.
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