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LA UNION DE LOS CAPUCHINOS ESPMOLES 13 Orden Capuchina los graves incom:enientes del régimen de la alterna– tiva. En lo sucesivo se eontentará con apoyar y orientar con su indis– cutible autoridad las iniciativas de los Superiores de la Orden. II INTENTOS FRUSTRADOS DE LOS SUPERIORES DE LA ORDEN RESIDENTES EN ROMA (1&'10-1877). l. SÍNTOMAS DE MALESTAR. SE PIDE LA ABOLICIÓN. Nunca fueron excesivamente cordiales las relaciones entre los re– presentantes de la alternativa, que residían en Roma y en Madrid. Mientras aquel régimen tuvo alguna eficiencia concreta, se cumplió con las frías formalidades del protocolo, se salvaron las apariencias y, como suele decirse, se hizo de la necesidad virtud hasta que llegara la hora por unos deseada y por otros temida de reinjcrlar las provincia,; españolas en el árbol de la Orden, cuyo centro de unidad y gobierno era Roma. La vecindad y convivencia del Superior Nacional y del Provincial de Castilla, y acaso la no muy clara distinción de eompetencias y atri– buciones, no tardó en crear serios conflictos al nonnal desarrollo de la disciplina regular. Pronto aparecieron los primeros síntomas de males– tar y desaprobación. Ya durante los últimos años de gobierno del P. Mariano de Bernardos un sector de la Provincia de Castilla abogó por el restablecimiento de la normalidad jerárquica; y tal vez para conju– rar el peligro que amenazaba, la Corte de Madrid se adelantó a soli– citar el nombramiento del nuevo General por decreto pontificio. El descontento reapareció, como se ha visto, a la muerte del P. Solchaga en 1823 y se hizo más visible y casi violento a partir del capítulo gene– ral de 1830 15 • Capitaneaban el movimiento a favor de la unión con Roma los PP. Lino de Cantalapiedra y Félix de Villaumbrales 16 , quie– nes, aunque por dh:ersos motivos, encontraron durante algún tiempo el apoyo de la Santa Sede y de la Corte Madrileña; en Roma porque 15. Cf. MELCHOR DE POBLADURA, Los Frailes Menores Capuchinos en Casti– lla, p. 162-164; BASILIO DE RUBÍ, ob. cit., 123-125. 16. El P. Lino había sido elegido provinrial en 1825; fué asimismo calificador de) S. Oficio confesor de Fernando VII y predicador de Isabel II. Murió en 1856. El P. Félix era definidor en 1825 y en 1830 fué elegido provincial. Cf. BUENAVENTURA DE CARROCERA, Neerologi11, p, 82.~4.
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