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p. B ¡· E :s A r· E:,· Te R A DE e A Í{ R. o e ERA Así se hace. Se remite todo al Teniente-Capellán mayor de la iglesia de San Isidro, para que designe capellanes imparciales y sabios que expon– gan sn diet.amen sobre las censuras y la respuesta 80 • En este estado de cosas la Inquisición requiere al P. Villalpando para que éste presente su respuesta y, al saber que la ha remitido al rey y que éste la remitió al Consejo, acude a S. :!\I. para que baga se le entregue todo a la Inquisición, como así lo hace efectivamente el Consejo en noviem• bre de 1792 gi_ Con las censuras y la respuesta del P. Villalpando iba también el dic– tamen dado por los canónigos de San Isidro, Doctores José Bonilla y Luis López, a quienes se había confiado el examen de una y otras. En dicho dictamen dicen que la defeusa presentada por el P. Villalpando explica con toda claridad sus sentimientos, muy conformes a la Religión, nada injuriosos al Estado y en nada contrarios a las decisiones de la Iglesia : que toda la acusación se reduce a que el P. Villalpando pinta con eolores denigrantes a los doctores escolásticos, vitupera con vehemencia el método dl· estudios observado en su Orden y en las escuelas públicas y a que no da su aprobación a la severidad que se ha usado con los herejes. Cosas que, a juicio de los examinadores, no ofrecen dificultad. Y terminan dicien– do que no encuentran contradicción con las verdades de la fe, pero que de– searían no presentase una descripción tan detallada sobre la generación, que trata con sobrada libertad 82 • Todo ello fné entregado a los primeros eensores puestos por la Inqui– sición, es decir, al Carmelita Desealzo P. Manuel de San Vieente y al Mercedario Descalzo P. Julián Martínez. El primero, después de muchas requisitorias hechas por el Santo Oficio, contesta al fin el 2\J de noviem– J:,re de 1794 y más tarde lo hace aún el P. Mereedario, en BO de julio de 1795. Ambos conyienen en que la respuesta del P. Villalpando no satisface. y otro t::mto debía decirse Lle la defensa de sus apologistas. Por eso insisten de nuevo en que se borren del curso filosófico las proposiciones censura– das en los primeros informes, y la apología del l'. Yillalpado caneelarla para siempre 83_ To,los esos documentos fueron remitidos al Fiseal de la Inquisieión, quien clió su largo dictamen el rn de agosto ele 1795. Resume su parecer dieiendo «se prnliiba en primer edicto todo el Proloquio del tomo primero, 80. Ibid., f. 7. 81. Ibid., ff. lU-11. í-i~. Expediente de la Inquisición citado, ff. 50-50 83. I!)l(J.

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