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EL P. FRANCISCO DE VILLALPANDO 67 setecientos setenta y dos tres Doctores teólogos que se encargaran de trabajarlo y a quienes para hacerlo más desembarazadamente les señaló el Claustro cincuenta doblones anuales a cada uno, además de comprarles los libros que necesitasen y de darles ganadas sus Cátedras y pagados los sustitutos de ellas, ha extrañado mucho el Consejo que en tan dilatado tiempo no se haya dado a luz dicho curso y que se haya explicado el Goudin más trienios que el permitido» 24 • Pasaron no obstante nueve años y nada se hizo por las Universidades, sin embargo de las repetidas instancias del Consejo a ellas dirigidas en orden al texto en cuestión. Por lo demás, aunque esas órdenes del Consejo iban dirigidas a la reforma de los estudios en las Universidad<"s, su intención era también extenderlas a los Regulares, como lo manifiesta bien a las claras la carta del P. Provincial de Castilla, Inocencio de Matute, quien al escribir al Consejo en 1778 para que éste aceptase la dedicatoria del tercer tomo de la obra del P. Villalpando, le decía que conoció también no poder dejar de extenderse y comprender los estudios de los Regulares que hacen una parte muy considerable en el Estado 25 • Mas el Consejo, antes de admitir tal dedicatoria, remitió la citada cdrta a los Fiscales para que diesen su dictamen, los cuales dijeron «tenían esta pretensión por arreglada, pues la obra es digna de ser favorecida por el acierto con que el autor trata este curso filosófico, que tanta falta hace a la nación para sus estudios, usando de buena latinidad, método y orden en las ideas, de que carecen las publicadas hasta aquí» 26 • En vista del informe, el Consejo accedió a que se le dedicase el tercer tomo, como así se hizo efectivamente. Animado sin duda por tan buenos informes el sucesor del P. Matute y Vicario Provincial, P. Juan de Villardondiegos, se atrevió a algo más y fué pedir también que el «curso se extienda y envíe por V. A. a los Estudios del reino, para que los profesores y discípulos se acomoden a él. Y si bien el autor disfruta en su obra los mejores y más distinguidos escritores del siglo, por cuanto en el método, extensión y demás cosas pudiera haber algún defecto o exceso, puede corregirlo, retocarlo o variarlo, siempre que por informe de los profesores o por la experiencia se lo hagan ver que conviene, puesto caso que es joven, dócil y de las más felices disposiciones para el particular» 21. 24. Ibid., f. 26. 25. Ibid., f. 5. 26. Ibid., f. 6v. 27. Carta del P. Villardondiegos (24' de febrero de 1179), ibid., f. 12.

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