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306 J. C. GÓMEZ Dostoyevsky traza en «Demonios» la estructura político-social de su tiempo. Europa ha vivido intensamente el fenómeno de las revoluciones, que -como siempre- han orientado la vida social por derroteros nuevos. Frente al viejo orden jerárquico de las monarquías se presentan ahora los intentos de un régimen liberal que escinde la conciencia unitaria del mo– narca, con un poder de derecho divino, poniendo en primer plano las nuevas ideas de igualdad, fraternidad, libertad. Contra las predicciones de Marx, Rusia ha asimilado con rapidez las ideas revolucionarias. El pueblo se deja conducir dócilmente por los diri– gentes. El marxismo impone su yugo y Rusia se ha convertido masivamente a las ideas de Marx. ¿ Cómo es posible esta apostasía general de las masas rusas, que tenían metido el ideal cristiano en lo más profundo de su tradi– ción? ¿ Cuáles son las perspectivas mesiánicas que se pueden salvar, después de esta persecución diabólica rusa a todo lo que tenga un carácter religioso? Es justo constatar que Dostoyevsky ha profetizado uno a uno los acon– tecimientos con mucha anticipación. Quien estudie atentamente el diagnós– tico que hace el autor de «Demonios» de la sociedad de nuestro tiempo, no podrá evitar la sensación impresionante de que se halla con un historiador de hechos pasados. Dostoyevsky habla con toda claridad del triunfo del ateísmo, aunque sabe, por otra parte, que el pueblo ruso tiene una misión divina que cumplir a favor del Cristianismo. Potencia con asombrosa segu– ridad la virtualidad de las nuevas ideas explosivas: el liberalismo europeo, la conciencia revolucionaria del mundo futuro, la lucha por defender los intereses religiosos de Rusia. Llega hasta anticipar el programa ideológico de Lenin y Stalin, en pasajes conmovedores de sus novelas. A pesar de todo, no duda un momento, al afirmar la vocación mesiánica del pueblo ruso: la Ortodoxia defenderá a Cristo de todos sus enemigos. Dostoyevsky denuncia la existencia de un desviacionismo peligroso. Se trata de los pro-occidentalistas, que se sitúan culturalmente al lado de Euro– pa: son los intelectuales que se agrupan en torno a la «Inteligencia». Los intelectuales corren el riesgo de desvalorar lo ruso, al aceptar en bloque la cultura europea. Desde luego, la tesis general de europeización no es un fenómeno exclusivo de Rusia. Recuérdese que, de un modo o de otro, está en la política de todos los pueblos. La unidad italiana se hizo posible merced a la política europeizante de Cavour. Y luego sucedió lo mismo con la unidad alemana, al meterse de lleno Bismarck en el juego de la política europea. DOSTOYEVSKY Y EL EUROPEÍSMO Dostoyevsky propugna una postura abierta respecto de Europa. Pensador profundo y temperamento profético, sabe que el aislamiento produce nacio– nalidades pobres cultural y económicamente. Por otra parte, intuye la tras– cendencia de los acontecimientos mundiales y no puede permanecer extraño ante el progreso histórico de las ideas. De hecho, ha sabido captar los acon– tecimientos más diversos con asombrosa claridad: la carga explosiva de los movimientos revolucionarios, las diversas etapas del ateísmo que se organiza ideológicamente en Europa, la «descomposición» del Jzombre en– fermo de Europa y la reacción política de las grandes potencias. Sin embargo, esta apertura hacia Europa tiene una dirección diversa

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