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EL MESIANISMO RUSO 317 personal. Los princ1p10s de la ética ortodoxa llevan consigo el compromiso sagrado de defender a los eslavos de cualquier atropello. lbíd., pág. 1.744: « Y todo esto no es ninguna teoría, sino que, por el contrario, es ya un hecho en el actual movimiento ruso, fraternal y generoso, que llega al sacrificio consciente de los más principales intereses, incluso de la paz con Europa, y, en lo sucesivo... ¿podrá la unión de todos los eslavos consumarse con otro fin que con el de defender a los débiles y servir a la Humanidad?» En «El Mensajero de Europa» defiende un articulista que deben evitarse las expresiones «guerra sagrada» y «cruzada» al enfocar la cuestión de los Balcanes. Dostoyevsky entra en la polémica para defender la postura po– pular. En efecto -afirma en el «Diario»-, los hechos hay que aceptarlos sin prejuicios, de un modo realista. El sentimiento popular es un testimo– nio claro de la orientación y del valor de la guerra a favor de los eslavos: Diario de un escritor, septiembre, cap. II, III (1761): «Sobre todo, le disgusta a usted ese lema: "ortodoxia". Pues ayude usted por otros motivos y no por ese. Pero es el caso que, en primer lugar, ese no es ningún motivo fraguado, rebuscado, sino que se pre– senta espontáneamente y acude al mismo tiempo a todos los labios. Es UN MOTIVO "HISTÓRICO", y ESA HISTORIA SE PROLONGA HASTA HOY. No hay que darle al movimiento pro eslavos un carácter confesional, invocando a cada paso a nuestros "hermanos de fe". Escribe usted: pero ¿qué vamos a hacerles a la historia y a la vida viva? Será o no necesario darle ese carácter; PERO EL HECHO ES QUE ESPONL\NEAMENTE ASÍ HA SIDO.» La intervención rusa a favor de los eslavos no se funda en motivos políticos: libertad, dominio, expansión geográfica. Es, fundamentalmente, de tipo religioso. Por eso llega igualmente a los montenegrinos, a los herzegovinos y a los pueblos más débiles. No puede confundirse, en puri– dad, con una alianza clericalista, al estilo europeo, puesto que es sencilla– mente una toma de conciencia popular: la ortodoxia manda ayudar y pro– teger a los más débiles por la sola razón de serlo. IV. - Moscú: LA TERCERA ROMA La meta del mesianismo de Dostoyevsky es, de un modo reiteradamente expresado, Moscú. El paneslavismo ruso quiere asegurar la dirección espi– ritual del mundo, congregando a todos los hombres en torno a Santa Rusia, con capital en Moscú. El programa es ambicioso, pero ha de desarrollarse por etapas. Primero, la conversión de los rusos al eslavismo. Y para eso hay que convencer a los intelectuales y europeístas de la validez eterna de la ortodoxia. Luego vendrá un espacio de tiempo dedicado al proseli– tismo fuera de las fronteras. La omnimundidad rusa cuenta con el apoyo eficaz de la religión «ortodoxa». El «Diario" reconoce que se aproximan los tiempos gloriosos para Rusia, aunque de momento no han llegado: Mayo, cap. I, II (1678): «Moscú no ha sido todavía la tercera Roma; pero la profecía tiene que cumplirse, porque "cuarta Roma no habrá", y sin Roma no puede vivir el mundo. Pero actualmente Petersburgo marcha más de acuerdo que nunca con Moscú. Sí, lo confieso: por Moscú entiendo yo ahora,

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