BCCCAP00000000000000000000642

EL PADRE DIEGO DE QUIROGA 87 imperiales. Todo ello hizo, a nuestro juicio, que, divididos los áni– mos y las fuerzas, 110 se lograsen los objetivos prefijados. Entre esos objetivos no fueron de poca importancia e interés para los españoles la formación de una nueva liga, en la que debiera entrar también el emperador, y el que las tropas imperiales atacasen a los holandeses que, unidos con los protestantes alemanes, presionaban grandemente y atacaban a nuestros valientes tercios. La formación de esa nueva liga, o reanudación de la ya existente, el hacer qne se atacase a los holandeses desde Alemania, el granjear la amistad de \Vallenstein y tener con é 1 buenas relaciones y asimismo el conseguir que los príncipes alemanes permaneciesen unidos, fue– ron preocupaciones y negocios que pesaron sobre el P. Quiroga por encargo de Felipe IV y su Consejo de Estado, a los q11e proporcionó siempre muy interesantes noticias sobre la marcha de las cosas en Alemania y por los que, en dos ocasiones, 1632 y 1644, le fueron encomendados los asuntos de la embajada en Viena. Lástima grande fué de.spués, que celos bastar,dos, ruines envidias y bajas rivalidades, según ya hemos indicado, echase1J por tierra esos esfuerzos que el P. Quiroga, siempre atento al bien de España y a las indicaciones de su rey y de sus ministros, llevó a cabo con el ma– yor interés. Vamos a ver cuanto él hizo y trabajó a la luz de los documentos del Archivo de Simancas. Preciosos datos hubiéramos encontrado también en el tomo de a folio que aun •en 1713 se conservaba en la biblioteca del convento capuchino y madrileño de San Antonio del Prado, y que contenía <cvarias epístolas a diferentes reyes y prín– cipes de aquellos tiempos sobre varias materias que se ofrecieron, en las cuales se manifiesta la alteza de su ingenio, su profunda compren– sión y su rara prudencia para tratar con acierto de los muchos y gravísimos negocios qµe le fiaron el César y nuestro Católico mo– narca D. Felipe IV, de quienes fué muy amado y estimado siem– pre>) 5s. Y a hemos dicho que el P. Quiroga llegaba a Viena el 1." de marzo de 163r. No sabemos las instrucciones secretas que llevaría del Con– de-Duque. De todos modos, desde septiembre de aquel año en ade– lante el Consejo de Estado se ocupa casi siempre en sus frecuentes 58. :'.IIATEO DE AN(;GJANO, o. F. M. Cap. Parayso en el desierto... c'Onstit11ido en el <icvotissimo Santuario del Real Bosque del Pardo... (:'.IIadrid, 1713) 286.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz