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p . CARLOS DE Vl!LAPADIERNA g,o: k e eh a r i tomen e, se deriva de la palabra ch a r is que re– viste en la Biblia dos significaciones principales: gracia física 17 ; y gra– cia moral favor divino nacido de su benevolencia hacia el 1Jombre. En san Pablo aparece el mismo verbo 18 para designar la gracia da– da al cristiano por Dios en su Hijo amado. Todos los exegetas modernos entienden el pasaje en este sentido: María es el objeto de las complacen– cias de Dios. Se trata, pues, de la gracia objetiva con la que Dios ador– na el alma de María en virtud de la cual se hace agradable al Altísmio; de ese adorno divino que los teólogos actuales llaman gracia santifican– te y los Padres griegos, divinización 19 • El signicado de plenitud nos la da la terminación en "oo"; todos Jo5 verbos acabados así revisten este significado: aímatoo: ensangrentar; thaumatoo: llenar de estupor. Por eso el participio pasivo: k echar it o - mene, indica esa gracia que envuelve al sujeto de manera que esté re– pleto, colmado. Y el perfecto griego manifiesta un matiz que no apan;. ce en la traducción latina: esa plenitud no es transitoria, sino perma– nente y continua; es un estado plenamente realizado que persevera: Ma– ría es constituida plenamente en el estado de favor divino 20 • El texto nada dice acerca del tiempo en que ha comenzado ese estado; lo que si expresa claramente es que el estado de favor, de gracia existía ya en el momento del saludo del ángel. La Biblia nos habla de otros personajes que han hallado gracia delante de Dios: Noé 21 ; Jacob 22 ; l\,toisés 2 "; esta plenitud de gracia se atribuye también al diácono San Esteban 24 ; la fórmula fundamentalmente es idéntica, pero tratándose de una pleni– tud relativa, conmensurada a la capacidad del que la recibe y a la mi– sión que debe realizar 25 , en María esta plenitud tendrá un campo más 17. Ps 45, 3; Eccli 9, 8. 18. Epll 1, 6. 19. M. LAGRANGE, O, P., Evangile selon S. Luc Etudes Biblíques. (Paris 1921) 28: M. JUGIE, A. A., L'lmmaculée Conception dans L'Ec1iture Sainte et dans la Tra– cl:twn orienta/e. (Romae 1952) 47; P. BONNETAIN, Grace, acceptíon du mot dans l'A. et le N. Testament. DBS 3, 752; F. PRAT, S. J,, La thP,o/ogie de S. Paul (19232) 105 ss.; PIROT-CLAMER, La Sainte Bíble, (París 1946) 10, 27; F. ZORELL, Lexicum oraecum N. TestamentL ( París 1931) 440; Cfr, Las traducciones de BOVER-CANTERA y de NACAR-COLUNGA. 20. F. ZORELL, Lexicum graecum N. Testamentí, (París 1931) 1440, La traduc– ción de la Vulgata, pues, tiene sólido fundamento en el texto griego; así traducen también las versiones siriaca y copta. 21. Gen 6, 8. 22. Gn 28, 14. 23. Ex 3, 12. 24. Act 6, 7. 26. S. Thomas 3, q. 7, 11, 10,

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