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EL SALUDO DEL ANGEL Y DE ISABEL 63 cia de María debió ser no solam.ente intensiva sino también extensiva, es decir, debió extenderse al primer momento de su existencia. A pesar de nuestra buena voluntad, el argumento no logra convencer– nos. No olvidemos que se trata de una gracia relativa a su oficio de Ma– dre de Dios y que tanto la Inmaculada como la Asunción son privilegios especiales, fuera de las leyes ordinarias y generales de la revelación que penden exclusivamente de la voluntad de Dios. Ahora bien, tratan– dose de una gracia relativa, conmensurada a la misión encomendada a María e ignorando hasta dónde esa plenitud se extendió, fuera de las leyes generales de la presente economía, tampoco podemos conocer ron certeza la existencia de privilegios extraordinarios ya que esto'i rnvi– legios dependen únicamente de la voluntad divina. Cuando yo leo en san Juan, por ejemplo, "El verbo se hizo carne", encuentro dos verdades fundamentales: una explícita: la asunción de la naturaleza humana por la segunda persona de la Santísima Trinidad, y otra implícita: el Verbo encarnado tiene alma, inteligencia, etc. y es– to lo veo en virtud del simple análisis de los términos, pero es que el alcance del texto me está ya determinado perfectamente por las mis– mas palabras. Si hubiese alguna nota especial en la humanidad de Cris– to distinta de las que integran la noción de hombre, yo no podría de– ducirlo de la verdad revelada, sino que necesitaría una luz distinta. En el saludo del ángel, el alcance de las palabras, está limitado por la maternidad, y el gratia plena se explica perfectamente como ple– nitud de gracia relativa sin que sea necesario admitir privilegios ex– traordinarios; pues, absolutamente hablando, la Maternidad de la Vir- 1,·en puede concebirse sin la Inmaculada Concepción. Es decir, que no estando la Inmaculada Concepción requerida esencialmente por el esta– do y condición de la Madre de Dios, sino dependiendo este privilegio de la voluntad divina y no conociendo nosotros exactamente el alcance ni los límites de la plenitud de la gracia de María es imposH,le deducir con certeza tan exceho privilegio de la plenitud de la gracia de María H. NADOR, C. M. F., La Escritura en Mariología durante los últimos 25 años. «Es– tudios Marianos» 11 f1951) 44; HONNETAIN, L'Immaculée Conception, La Salutation angelique. DBS, 4, 260. Lo mismo parece indicar X. LE BACHELET en D. T. C., 7, BC3, Immaculé2 Conception: «La concepción inmaculada de Maria se contiene en esta doctrina ! el saludo del ángel y de Isabel) de una manera implícita o equiva- 1<-nte, como elemento o parte integrante de esta plenitud de gracia, de esta espe– cial unión con Dios, de esta singular bendición existente en ella por su doble títu– lo de Madre del Verbo Encarnado y de la nueva Eva». 44. M. LóPEZ CUERVO, O. P., Definibilidad de la Asunción de María a los cic– los: ccCicncia TomistaH 77 (1950) 187 ss.

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