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y del Hijo, y del Espíritu Santo.» Ser bautizado en nombre de alguien significa ser dedicado, con– sagrado a él, quedar adscrito entre sus seguidores (1 Cor 1, 13). Ser bautizado en el nombre de la Trinidad quiere decir ser lavado del pecado y resucitado a nueva vida por la virtud de la Tri– nidad, por su acción en el hombre, y para su gloria. La Trinidad se revela a todo lo largo de la his– toria sagrada; pero sobre todo en la muerte-resu– rrección de Jesús, que es el acontecimiento cum– bre de esta historia. Ahora bien, en la historia religiosa de cada hombre cristiano, la. historia de salud se hace acontecimiento personal en el mo– mento del bautismo, cuando es incorporado a la muerte-resurrección de Jesús. Incluso el bautismo no es más que una continuación, en el tiempo y en el espacio, de aquel acontecimiento salvador. Por eso se comprende que, así como la muerte– resurrección de Jesús es obra por excelencia de la Trinidad, también lo sea el bautismo, «comu– nión en la muerte y resurrección del Señor». Jesús entró plenamente en la vida de la Trinidad (es decir, se manifestó que estaba en eUa), en el mo– mento de la resurrección: el cristiano entra en el círculo de esta vida en el momento del bautismo (cf. p. 28-33). El bautismo es presentado en la tradición éle la Iglesia como el ant'itipo de l'a circuncisMn. Por consiguiente ha de cumplir en forma perfecta las funciones del antiguo rito. La circuncisión era el 95

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