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realizan los bautizados en diversas formas: por medio de la palabra y por el ejemplo. Los padres de familia pueden y deben ejercer esta misión «profética» enseñando a los hijos las verdades de la fe. En sus padres oyen los niños por primera vez la voz de la Iglesia y en ella la voz de Dios invitándolos a la fe sobrenatural. Todos los fieles deben cumplir esta obligación, ya sea con sus «palabras de admonición» y oportunos consejos a sus semejantes, ya sea con el ejemplo edificante que irradia a Cristo. Esta dignidad «profética» de los bautizados re– cibe su pleno desarrollo en el sacramento de la confirmación. Preferimos dejar para entonces la explicación de este punto, a fin de hacerlo en forma completa. 6. El bauti:snw, nos da part'icí'pacfón eh ta digni– dad regi'a de Cristo. Cristo, en virtud de la unc1on del Espíritu en la encarnación, tiene la dignidad regia: dominio y señorío espiritual sobre la creación entera. En su muerte-resurrección obtuvo el dominio que se le debía desde el principio. Dominio- sobre los po– deres del mal, de los que triunfó con bizarría en la cruz (Col 2, 19); dominio sobre los hombres, a los que redimió de la esclavitud y conquistó para el Padre, y dominio sobre los poderes de la crea– ción material, ya que las leyes de la materia no 90

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