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grado, como medio de configuración a Cristo cru– cificado y de participar en su muerte. En las li– turgias orientales la corona de los desposados se tomaba como símbolo del martirio. 5. El bautismo nos da parfl'cipa'dón en la di'gni– dad profét'fca de Cri'sto. Tomamos aquí la función profética en su sen– tido bíblico· más genuino. Que no es el de pre– decir cosas futuras, sino de hablar «en nombre del Señor» y bajo su inspiración descubrir a los hombres el sentido divino y providencial de los acontecimientos pasados, presentes o futuros de la historia de salud. Refiriéndose a Jesús, la dig– nidad profética coincide con su función de maes– tro, predicador del reino ·de Dios, revelador del Padre y de sus planes de sal;vación sobre los hom– bres. A base de este significado primero, el pro– feta es también el· «pregonero» de la salud de Dios y por tanto de sus maravillas y de su gloria entre los hombres. El hecho· de que los bautizados tengan partici– pación en la misión profética de Cristo se demues– tra por los mismos textos antes mencionados (p. 64-70). Resulta especialmente claro el de 1 Pe 2, 9; todo bautizado es.tá obligado a prego– nar las grandezas de Dios, como lo hacía el «pro– feta». Esta «proclamación» de la gloria de Dios la 89

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