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todos en Cristo, el cumplimiento del misterio pas– cual está en marcha. El fiel virgen lleva la resu~ rrección de Jesús en su misma carne mortal; la resurrección de Jesús en la que fue introducido por el bautismo 40 • g) El mat'rimomh de los bautizados. Puede ser considerado como un modo concreto de realizar el sacerdocio bautismal. Por el bautismo los cris– tianos son capacitados para ser mim'st'ros de este sacramento; y por tanto el unn para el otro de los contrayentes administra la gracia sobrenatural y el don de Cristo. La vida matrimonial adquiere así un carácter de vida consagrada, y por tanto de vida que ha de ser un servicio sacerdotal. El amor mutuo de los esposos es símbolo del amor de ·Cristo a la Iglesia; y un testimonio de que el Señor tomó verdaderamente nuestra carne. Por el matrimonio el alma de cada consorte y su cuerpo queda «se– llado por la cruz»; puesto que ya no es suyo, sino del consorte. Esta entrega a otro en el ma– trim0nio es símbolo, recuerdo y admonición con– tinua de que la perfección de la vida humana no está en el amor egoísta, sino en la entrega a otro, que en último término es entrega a Dios o aber– tura hacia esa entrega. Para los bautizados los sufr:imientos del matrimonio adquieren valor sa-· 40. Sobre este encuadramiento de la virginidad cristiana en el mis– terio de la resurrección y del bautismo, cf. DURRWELL, La resurrección de Jesús, misterio de salvación, Barcelona 1962, p. 286-289. 88

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